martes, 28 de octubre de 2008

No renunciaremos

Ricardo Andrade Jardí

Para 1900 la tercera parte de México se dividía entre empresas extranjeras, fundamentalmente norteamericanas y españolas, entre 1883 y 1909, las compañías deslindadoras parcelaron más de 50 millones de hectáreas, a unos cuantos “propietarios”, 8 latifundistas extranjeros poseían 23 millones de hectáreas y E.P. Fuller tenía en propiedad 230 mil hectáreas, por dar sólo un ejemplo, o la HARTFORD CO., que era dueña de casi toda la península de Baja California, la COLORADO RIVER en control de 360 mil hectáreas y la RICHARDSON CO. con unas 302 mil hectáreas; es decir para principios del siglo XX un 97% del territorio nacional era propiedad privada, menos de 1% de la población entonces se pretendía dueña del país y en su mayoría era de ciudadanos extranjeros.
El sábado pasado los diputados del PRIANNI han “aprobado” en comisiones el regreso del latifundio y han abierto el cauce para que, a partir de “los contratos de bloque”, se vulnere la soberanía y se divida el territorio nacional entre el empresariado chatarra nacional y las trasnacionales petroleras que exprimirán nuestros recursos hasta agotarlos, al tiempo que revientan los ecosistemas, y por tanto el equilibrio ecológico del país, que estarán bajo el control de sus “territorios”, gracias ni más ni menos que a la pandilla de pederastas y corruptos que hoy se escudan bajo el manto de la IMPUNIDAD legislativa.
Senadores y diputados, al servicio del empresariado trasnacional y nacional, han votado, bajo el discurso del “progreso y la competitividad”, una serie de modificaciones de ley con las que México retrocede en la historia más de 100 años; es posible que su mediocre educación no les dio para conocer de la historia nacional, pero su ignorancia y su estupidez, no son excusa, son en todo caso consecuencia del país que muchos de ellos han impulsado, bajo ningún argumento cabe la redención, el otrora Congreso de la Unión es un cubil de traidores que escondidos tras el discurso de la “democracia y la libertad” han abierto los cauces de la violencia, la opresión y el entreguismo. En el Congreso de la Unión se han escrito una vez más las páginas de la ignominia y de la agresión contra el pueblo de México, la mediocridad legislativa pone en riesgo la viabilidad de la convivencia pacífica, son los legisladores y su abyección corrupta los que impulsan la violencia, son el desgobierno y su poder telecrático de facto, los que han pretendido ignorar la voluntad de cientos de miles de personas que de manera pacífica han intentado por todos los medios ser escuchados, sin reciprocidad de las supuestas “fuerzas políticas”, las que sólo escuchan a un interlocutor: el dinero. Son los legisladores, o una buena parte de ellos, los que se han convertido en un peligro latente contra México.
Es posible que se salgan con la suya, es posible que el martes próximo voten su reforma petrolera, o mejor dicho la reforma petrolera de las trasnacionales, pero lo que es seguro también es que de aquí en adelante, serán para la historia responsables de todo lo que venga, pues millones de mexicanos haremos todo lo posible para defender nuestra soberanía, para defender el futuro del país, millones por todo México estamos convencidos de que los derechos no se negocian y no renunciaremos a esa convicción, sólo porque la parásita ambición de un puñado de cretinos, ha decidido repartir el país por un puñado de monedas.
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