martes, 4 de noviembre de 2008

La narcopolítica corrompió a funcionarios y policías

Conjeturas

Alvaro Cepeda Neri

Desde finales, quizá mediados del sexenio de De la Madrid (nuestra historia cotidiana se divide en sexenios) el narcotráfico inició su protagonismo. Y se hablaba de funcionarios que ya tenían mucho que ver.
En ese entonces pagó con su vida el brillante columnista Manuel Buendía quien, entre otros temas, reportero de toda su vida periodística, investigaba los nexos entre capos de la droga y policías, con el objeto de que el comercio para satisfacer las adicciones a la marihuana y la cocaína tuvieran todas las facilidades. Era un negocio del que se decía que, como ahora mismo, “lavaba” sus ingresos en los bancos y la compra-venta de inmuebles.
Era la década de los 80 y tras De la Madrid la sucesión presidencial se resolvió, como era “natural”, por la vía de imponer al siguiente y así tuvimos a dos presidentes (Salinas y Zedillo) con el homicidio de Colosio de por medio.
Después lo que parecía, más que una transición a más democracia, una alternancia (el relevo de los priístas por panistas de nuevo cuño como “la chachalaca” de Fox y de viejo cuño como Calderón) que durante ese lapso que suman ya 20 años, no se hizo nada para enfrentar el fenómeno del narcotráfico. Tiempo suficiente para que los capos y sus servicios de inteligencia (con maletas repletas de dólares) detectaran a funcionarios y policías susceptibles de ser cooptados mediante sobornos.
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