sábado, 6 de diciembre de 2008

Crisis en el PRD




Editorial

La salida masiva de militantes y la deserción “hormiga” de algunos connotados personajes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) constituyen indicadores indiscutibles de la grave crisis y la descomposición ética que enfrenta ese instituto político a raíz de la convalidación, por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), de los desaseados comicios internos que se celebraron en marzo pasado.
Ese hecho, lejos de restablecer la normalidad institucional en el PRD y de contribuir a sanear las heridas que se habían abierto en los últimos meses, profundizó el conflicto, dejó en un sector de la opinión pública la sensación de que se había legalizado la suciedad y la trampa electoral, y prefiguró una dirigencia marcada con el estigma de haber sido designada desde una instancia del poder público –situación desastrosa para un partido de oposición–, en sentido contrario a las resoluciones de los órganos internos del partido y, para colmo, con argumentos similares a los empleados para validar el desaseo que prevaleció durante el proceso electoral de 2006.
Esta situación, que de suyo ha implicado un costo altísimo en materia de credibilidad y autoridad moral para el PRD, se ve agravada cuando, como ocurrió el pasado miércoles durante la presentación oficial de Jesús Ortega como nuevo dirigente nacional, concurren representantes de los estamentos político-empresariales del país que hace dos años, cabe recordarlo, sumaron esfuerzos por impedir la llegada de un proyecto alternativo de gobierno y de nación, representado por la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
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