domingo, 15 de marzo de 2009

El peso de la palabra

Sara Sefchovich

Últimamente está en el aire un debate que pone de manifiesto, una vez más, lo mucho que pesa la palabra en nuestra cultura.

El tema lo puso sobre la mesa el presidente Calderón en la reunión de Davos, Suiza, el pasado enero, cuando en sus discursos frente a los inversionistas pintó un panorama de México que poco tenía que ver con la realidad, pero cuyo objetivo era no decir nada que pudiera asustar a quienes supuestamente van a traer su dinero al país.

Apenas unas semanas antes, la Secretaría de Relaciones Exteriores había instruido a los embajadores y cónsules a ocuparse de detener lo que los encargados del turismo llaman “las campañas bastardas de desprestigio” y la “promoción negativa” al país.

La actitud ha venido acompañada del regaño a quienes se niegan a jugar ese juego, principalmente medios de comunicación y analistas. Igual que sus antecesores, el Presidente se molesta con los críticos, así llamados en distintos momentos “malosos”, “agoreros de infortunios”, “acarreados que se benefician de una industria de la reclamación” y otras lindezas.

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