Columna invitada
Primer acto.— En una de ésas, lo mejor de la mentada cumbre es el mariachi Vargas de Tecalitlán. Y es que la reunión de Guadalajara parece más vacía de contenidos que un reality show. Mucho ruido y pocas nueces: peanuts, dirían los que hablan inglés. Como si a los señores Obama, Harper y Calderón no les hubiera quedado otra que cumplir con lo programado.
Y, por cierto, muy mal programado porque se habló de todo y de nada. Sin haber establecido prioridades; como si no las hubiera para los tres países. Y ahí están los resultados. O más bien la falta de éstos: nada sobre una reforma migratoria; nada sobre ajustes al TLC; nada sobre una estrategia conjunta para enfrentar la crisis económica; nada sobre la cancelación de las visas canadienses.
En cambio, las anunciadas buenas intenciones para “modernizar la frontera”, combatir la influenza y acuerdos menores en materias comercial, ambiental y de seguridad parecen muy poca cosa. Sobre todo si consideramos el enorme tinglado y las consiguientes expectativas que todavía suelen generar estas mal llamadas cumbres.
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Y, por cierto, muy mal programado porque se habló de todo y de nada. Sin haber establecido prioridades; como si no las hubiera para los tres países. Y ahí están los resultados. O más bien la falta de éstos: nada sobre una reforma migratoria; nada sobre ajustes al TLC; nada sobre una estrategia conjunta para enfrentar la crisis económica; nada sobre la cancelación de las visas canadienses.
En cambio, las anunciadas buenas intenciones para “modernizar la frontera”, combatir la influenza y acuerdos menores en materias comercial, ambiental y de seguridad parecen muy poca cosa. Sobre todo si consideramos el enorme tinglado y las consiguientes expectativas que todavía suelen generar estas mal llamadas cumbres.