MÉXICO D.F., 3 de diciembre (apro).- La administración bajo sospecha y sin legitimidad de Felipe Calderón, tres años después de su impostura arroja cuentas lamentables respecto de la llamada política a favor de las mujeres.
En estos tres años, no sólo no hay política sino que se vive un retroceso funesto concentrado y demostrable: menos presupuesto para las acciones previstas en la ley; regresión y desempleo, un sostenido aumento de la violencia contra las mujeres; impunidad y lo más grave: un ataque frontal contra la tradición despenalizadora del aborto.
Esta situación es reconocida y condenada, como se dice, por propios y extraños; a la condena internacional por la falta de medidas que limiten la violencia contra las mujeres, hoy se suman la crítica a la batalla contra los derechos de las mujeres en todo el territorio nacional.
La alianza retrograda de los hombres y las mujeres que están en el poder, ha empezado a dar sus infaustos frutos: muertas y asesinadas sin justicia, desempleadas a favor del triple play –las electricistas-, perseguidas políticas en Puebla y Oaxaca; desaparecidas en Coahuila; atacadas en Chiapas; cercenadas en su libre expresión, luchadoras sociales y civiles, periodistas y defensoras de derechos humanos; cientos violadas en su tránsito a la emigración norteña.
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En estos tres años, no sólo no hay política sino que se vive un retroceso funesto concentrado y demostrable: menos presupuesto para las acciones previstas en la ley; regresión y desempleo, un sostenido aumento de la violencia contra las mujeres; impunidad y lo más grave: un ataque frontal contra la tradición despenalizadora del aborto.
Esta situación es reconocida y condenada, como se dice, por propios y extraños; a la condena internacional por la falta de medidas que limiten la violencia contra las mujeres, hoy se suman la crítica a la batalla contra los derechos de las mujeres en todo el territorio nacional.
La alianza retrograda de los hombres y las mujeres que están en el poder, ha empezado a dar sus infaustos frutos: muertas y asesinadas sin justicia, desempleadas a favor del triple play –las electricistas-, perseguidas políticas en Puebla y Oaxaca; desaparecidas en Coahuila; atacadas en Chiapas; cercenadas en su libre expresión, luchadoras sociales y civiles, periodistas y defensoras de derechos humanos; cientos violadas en su tránsito a la emigración norteña.