lunes, 11 de enero de 2010

Insurrección 2010: ¿es en serio? (primera parte)



A mediados de diciembre me llegaron documentos en los cuales se convocaba a una asamblea de grupos de extrema izquierda que se realizaría en la Ciudad de México unos días después. La convocatoria señalaba que se abordarían sólo dos temas: “1) Terminar el Programa Nacional de Lucha, y 2) Elaborar su Plan de Insurrección”.

Verifiqué la autenticidad de los escritos y esperé. El primero de enero de este año recibí nuevos documentos sobre lo tratado en dicha asamblea a la cual, según dicen quienes la convocaron, asistieron 130 participantes de diez entidades de la República: Quintana Roo, Veracruz, Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Hidalgo, Puebla, Chiapas, Tamaulipas y Distrito Federal. Me llamó la atención la ausencia de gente de Oaxaca, estado que suele ser rebelde. También acudieron, a decir de los organizadores, representantes de “cuatro países”: Estados Unidos, Argentina, Guatemala y… “el País Vasco”. No España, sino la región del País Vasco, cuna del grupo terrorista ETA, en calidad de nación.

Se acordó “promulgar un manifiesto”, así “como un llamado a la insurrección y a la desobediencia civil en el 2010, desconociendo los tres poderes de gobierno”.

Supongo que tal redacción se refiere a los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), pero también podría aludir a los tres niveles administrativos (federal, estatal y municipal). O a ambos. En cualquier caso, se aprobó un “Programa Nacional de Lucha” que sintetiza la antigua estrategia insurrecta de “apropiarse de los medios de producción” del país.

Además, estas personas proponen impulsar “acciones públicas” de desobediencia civil “que beneficien directamente a la población”, como “la liberación” de casetas de cobro, la abstención electoral, el no pago de impuestos (predial, tenencia), luz, agua, créditos bancarios y de tiendas departamentales.

Simultáneamente planean “acciones sorpresivas que sólo conozcan quienes van a hacerlas, y así empezar a golpear al gobierno por todos lados, hasta dar el golpe final”. Y anuncian: “Ya están programadas algunas tomas de tierra”.

Dicen, fuerte: “Debemos ir por todo. Atrevámonos a ponerle el cascabel al gato. La insurrección no pide permiso”. Y avisan, citando al abolicionista estadunidense Wendel Phillips: “La insurrección del pensamiento precede siempre a la de las armas”.

¿Es en serio lo que plantean, una insurgencia? ¿Su estrategia es pacífica o violenta? Hay que desmenuzar su “Plan de Insurrección” y su lenguaje: se mezclan propósitos pacíficos de protesta por el actual sistema político, con aparentes intenciones de sublevación armada contra el Estado mexicano. Se lo documento la próxima semana…