martes, 3 de agosto de 2010

¡Vamos!

Alejandro Encinas Rodríguez

“Nuestro movimiento sí participará en las elecciones del 2012”, afirmó López Obrador ante un Zócalo nuevamente desbordado. Se trata —dijo— de impulsar un proyecto político para llevar a cabo una renovación tajante de la vida pública, para establecer una auténtica democracia y frenar el intento de implantar un bipartidismo en el país.

La reacción de la vieja clase política no se hizo esperar. “Distrae de los principales temas de la agenda nacional”, dijo el senador del PAN Gustavo Madero, como si plantear una transición pacífica a través de la contienda presidencial de 2012 no fuera tema fundamental de esa agenda.

“Estamos frente a un evento prematuro”, señaló el senador Beltrones, al igual que su correligionario el gobernador y candidato de las televisoras Enrique Peña Nieto, quien en un derroche autocrítico señaló: “son actuaciones anticipadas, a dos años de la elección me parece que los ánimos de algunos se están desbordando”. “Viola la ley electoral al adelantarse y presentar su aspiración presidencial y su plataforma política rumbo a 2012”, secundó Murillo Karam, secretario del PRI, amagando con acudir al Trife, como buen catequista de la legalidad.

A la par resurgió el rencor, las descalificaciones e insultos que polarizaron al país durante 2006, removiendo una herida que no ha cicatrizado, anunciando la revivificación de campañas mediáticas y de grupos anónimos en las redes sociales que dan cuenta de la profunda intolerancia imperante: “no puede hablar de amor quien ha sembrado odio”, sentencia un grupo de twitteros que acumulan racismo e injurias.
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