1. Cuando el bloque hegemónico se llena orgullosamente la boca para decir que el antiguo régimen se democratizó súbitamente, de la noche a la mañana, milagrosamente, gracias a la simple alternancia en la administración pública entre la conservadora derecha siamés –la confesional decimonónica y la priista, reciclada en neoconservadora y neoliberal–, y que las elites se transformación repentinamente de autoritarias en un ejemplar republicano digno de respeto y, sin embargo, ellas mismas se han encargado de obstaculizar la democratización real del orden establecido, de mantener arraigadas las viejas prácticas despóticas del sistema presidencialista, de cogobernar con los mismos abusos del poder del pasado reciente, sin contrapesos legales, con la ausencia del estado de derecho y el mismo proyecto de nación económica, social y políticamente desigual y excluyente.
2. Cuando al margen de los trabajadores, que han sido anulados de las discusiones y del juego político –debido a la inexistencia de mecanismos de representación que les permitan defender sus intereses, la ilegitimidad de los gobernantes que actúan por encima y en contra de la mayoría de los gobernados, la debilidad de los sindicatos como resultado del desempleo y el miedo al mismo y la falta de empleos formales que reducen el número de sus agremiados, la pérdida de su independencia y capacidad de negociación ante el secuestro de sus organizaciones por dirigentes venales que depredan sus recursos y obtienen beneficios pecuniarios, cuotas de poder y protección a cambio de su subordinación a la estructura corporativa del Estado y la venta de contratos de protección a los empresarios, la represión padecida por los obreros a manos de sus enemigos de clase antedichos, y el cambio y la aplicación arbitraria de las leyes del trabajo por parte del gobierno (las juntas de Conciliación y Arbitraje, la Secretaría del Trabajo, los legisladores, el Ejecutivo, la Corte)–, la oligarquía, los priistas, los panistas y sus aliados del Congreso impondrán la contrarreforma neoliberal laboral que legalizará el desmantelamiento de los derechos constitucionales en la materia iniciado durante el salinato, profundizará su destrucción por medio de la “flexibilidad” en el mercado de trabajo y garantizará la derrota de los proletarios frente a los empresarios, que los reducirá al papel de indefensos esclavos ante las formas más salvajes de la acumulación privada de capital, cabe preguntarse:
¿Qué opciones se les deja a los trabajadores para luchar por sus derechos laborales constitucionales y sus conquistas sociales históricas?
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2. Cuando al margen de los trabajadores, que han sido anulados de las discusiones y del juego político –debido a la inexistencia de mecanismos de representación que les permitan defender sus intereses, la ilegitimidad de los gobernantes que actúan por encima y en contra de la mayoría de los gobernados, la debilidad de los sindicatos como resultado del desempleo y el miedo al mismo y la falta de empleos formales que reducen el número de sus agremiados, la pérdida de su independencia y capacidad de negociación ante el secuestro de sus organizaciones por dirigentes venales que depredan sus recursos y obtienen beneficios pecuniarios, cuotas de poder y protección a cambio de su subordinación a la estructura corporativa del Estado y la venta de contratos de protección a los empresarios, la represión padecida por los obreros a manos de sus enemigos de clase antedichos, y el cambio y la aplicación arbitraria de las leyes del trabajo por parte del gobierno (las juntas de Conciliación y Arbitraje, la Secretaría del Trabajo, los legisladores, el Ejecutivo, la Corte)–, la oligarquía, los priistas, los panistas y sus aliados del Congreso impondrán la contrarreforma neoliberal laboral que legalizará el desmantelamiento de los derechos constitucionales en la materia iniciado durante el salinato, profundizará su destrucción por medio de la “flexibilidad” en el mercado de trabajo y garantizará la derrota de los proletarios frente a los empresarios, que los reducirá al papel de indefensos esclavos ante las formas más salvajes de la acumulación privada de capital, cabe preguntarse:
¿Qué opciones se les deja a los trabajadores para luchar por sus derechos laborales constitucionales y sus conquistas sociales históricas?