El debate se dio porque no hubo debate. Horas y horas
se transmitieron para señalar que ni Josefina Vázquez Mota ni Enrique
Peña Nieto mostraron disposición alguna para debatir con Andrés Manuel
López Obrador, y las razones pueden ser muchas o pocas, depende como
quiera verse. El que si salió ganando de todas, todas, fue el profesor
“Memelovski”, Gabriel Quadri, ya que logró subirse a este escándalo que
tuerto o derecho le significa estar presente y siendo un soberano
desconocido hasta el momento de su postulación en el partido ANAL, hasta
le permite albergar esperanzas de cumplir impidiendo que esa
organización pierda su registro.
En el caso de la panista su realidad no puede ser peor. Es obvio que se niegue a comparecer frente a quienes, visto está, serán los que se enfrente cara a cara por la Presidencia de la República. Parece que doña Josefina ya sabe que está perdida y así lo está transmitiendo en cada error que ya no se antoja tan involuntario, ya que no puede tener un equipo tan malo que la lleve a presentarse en un lugar para ser reconvenida de que la están esperando en otro. Así le paso en Monterrey. Las salidas de personajes clave dentro del cuarto de guerra blanquiazul también tienen su propia lectura. Ramírez Acuña abandona a la chaparrita para irse por una embajada en momentos clave de las relaciones de México con España y cuando la izquierda le está pisando los talones a Nicolas Sarkozy en Francia.
El hecho de que Gustavo Madero también emprenda la graciosa huida y determine integrarse de nuevo a sus actividades en el Senado, habla de las pocas posibilidades que la jerarquía de ese partido le está viendo a la ex funcionaria federal quien pierde puntos día con día y ya se encuentra en un tercer sitio alejada del tabasqueño a quien prefirió ignorar. El panorama no puede ser más adverso para la chilanga que encontró la forma de lograr un rápido ascenso y convertirse en “la jefa” de una gavilla de puros perdedores. No hablar del caso “Enciclomedia” es lo mejor que puede hacer, sobre todo después de esos golpes a Peña Nieto a través de sus compromisos no cumplidos. Sin querer o tal vez queriendo le está abriendo grandes caminos al tabasqueño.
Por lo que respecta a Enrique Peña Nieto, no presentarse a ningún debate es la consigna de su grupo de estrategas. Consideran que dada la ventaja que dicen lleva sobre sus adversarios políticos no es necesario exponerlo. Y no se duda de que hacen bien. Está perfectamente aconsejado, bien dirigido. Porque cuando un hombre que ambiciona una responsabilidad como la Presidencia de un país con más de 110 millones de habitantes no tiene ideas ni objetivos propios que se signifiquen por el servicio público, cuando se carece de cultura, cuando se tiene la cola lo suficientemente larga como para que sea pisada por cualquiera, lo mejor es quedarse callado, no hablar y no sólo por la incapacidad de hacerlo sino por algo mucho más grave: no tener nada que decir que no sean promesas y banalidades.
Andrés Manuel López Obrador hasta ahora no le ha huido a ningún foro, ni de los públicos ni de los privados, y Gabriel Quadri hace todo lo mejor que puede tratando siempre de levantar tolvaneras, polémicas que le permitan darse a conocer aunque sea de la peor manera. Todo esto surgió ante la cancelación de una participación de todos en el programa de una conocida periodista a quien además le ofrecieron en su empresa lograr que se abriera la televisora a una señal que podría verse a nivel nacional e internacional. Sólo asistieron los coordinadores de campaña y de ellos dos marcaron su decisión de no participar en ningún debate y solo acudir a los anunciados por el IFE.
Aunque en este renglón se tendría que ser muy claro y hacerles ver tanto a los candidatos como a sus coordinadores y a los estrategas, así como a quienes se encargan de los medios de comunicación, que están llevando a cabo campañas erradas. Se refugian en esos medios que llaman “nacionales” y encuentran en los anuncios por televisión su mejor medio de comunicación ignorando a los que realmente forman opinión en cada una de las entidades del país, no dando entrevistas a quienes conocen de cerca los verdaderos problemas de cada lugar, a los que son los más escuchados, leídos o vistos y que tienen auditorios cautivos, que hablan con el sonsonete y el lenguaje de su región. A todos ellos Enrique, Josefina, Gabriel, les huyen. López Obrador es quien más se ha preocupado porque lo escuchen en las regiones porque los líderes de opinión lo conozcan, aún aquellos que nunca han comulgado con su pensamiento.
Hablar y conocer de turismo no se reduce a pararse frente a un faro en el lugar más visitado del país, ni estar delante de un escultura con toros en Aguascalientes, ni tampoco sentarse una sola vez con los del sector para establecer un monólogo que no un intercambio de ideas y soluciones, ni para escuchar de viva voz la problemática. Esta es para el priísta y la panista una campaña muy especial, es su muy particular campaña en la que desde ahora la sociedad no cuenta y si eso es en el presente ya puede suponerse cuál será el futuro.
En el caso de la panista su realidad no puede ser peor. Es obvio que se niegue a comparecer frente a quienes, visto está, serán los que se enfrente cara a cara por la Presidencia de la República. Parece que doña Josefina ya sabe que está perdida y así lo está transmitiendo en cada error que ya no se antoja tan involuntario, ya que no puede tener un equipo tan malo que la lleve a presentarse en un lugar para ser reconvenida de que la están esperando en otro. Así le paso en Monterrey. Las salidas de personajes clave dentro del cuarto de guerra blanquiazul también tienen su propia lectura. Ramírez Acuña abandona a la chaparrita para irse por una embajada en momentos clave de las relaciones de México con España y cuando la izquierda le está pisando los talones a Nicolas Sarkozy en Francia.
El hecho de que Gustavo Madero también emprenda la graciosa huida y determine integrarse de nuevo a sus actividades en el Senado, habla de las pocas posibilidades que la jerarquía de ese partido le está viendo a la ex funcionaria federal quien pierde puntos día con día y ya se encuentra en un tercer sitio alejada del tabasqueño a quien prefirió ignorar. El panorama no puede ser más adverso para la chilanga que encontró la forma de lograr un rápido ascenso y convertirse en “la jefa” de una gavilla de puros perdedores. No hablar del caso “Enciclomedia” es lo mejor que puede hacer, sobre todo después de esos golpes a Peña Nieto a través de sus compromisos no cumplidos. Sin querer o tal vez queriendo le está abriendo grandes caminos al tabasqueño.
Por lo que respecta a Enrique Peña Nieto, no presentarse a ningún debate es la consigna de su grupo de estrategas. Consideran que dada la ventaja que dicen lleva sobre sus adversarios políticos no es necesario exponerlo. Y no se duda de que hacen bien. Está perfectamente aconsejado, bien dirigido. Porque cuando un hombre que ambiciona una responsabilidad como la Presidencia de un país con más de 110 millones de habitantes no tiene ideas ni objetivos propios que se signifiquen por el servicio público, cuando se carece de cultura, cuando se tiene la cola lo suficientemente larga como para que sea pisada por cualquiera, lo mejor es quedarse callado, no hablar y no sólo por la incapacidad de hacerlo sino por algo mucho más grave: no tener nada que decir que no sean promesas y banalidades.
Andrés Manuel López Obrador hasta ahora no le ha huido a ningún foro, ni de los públicos ni de los privados, y Gabriel Quadri hace todo lo mejor que puede tratando siempre de levantar tolvaneras, polémicas que le permitan darse a conocer aunque sea de la peor manera. Todo esto surgió ante la cancelación de una participación de todos en el programa de una conocida periodista a quien además le ofrecieron en su empresa lograr que se abriera la televisora a una señal que podría verse a nivel nacional e internacional. Sólo asistieron los coordinadores de campaña y de ellos dos marcaron su decisión de no participar en ningún debate y solo acudir a los anunciados por el IFE.
Aunque en este renglón se tendría que ser muy claro y hacerles ver tanto a los candidatos como a sus coordinadores y a los estrategas, así como a quienes se encargan de los medios de comunicación, que están llevando a cabo campañas erradas. Se refugian en esos medios que llaman “nacionales” y encuentran en los anuncios por televisión su mejor medio de comunicación ignorando a los que realmente forman opinión en cada una de las entidades del país, no dando entrevistas a quienes conocen de cerca los verdaderos problemas de cada lugar, a los que son los más escuchados, leídos o vistos y que tienen auditorios cautivos, que hablan con el sonsonete y el lenguaje de su región. A todos ellos Enrique, Josefina, Gabriel, les huyen. López Obrador es quien más se ha preocupado porque lo escuchen en las regiones porque los líderes de opinión lo conozcan, aún aquellos que nunca han comulgado con su pensamiento.
Hablar y conocer de turismo no se reduce a pararse frente a un faro en el lugar más visitado del país, ni estar delante de un escultura con toros en Aguascalientes, ni tampoco sentarse una sola vez con los del sector para establecer un monólogo que no un intercambio de ideas y soluciones, ni para escuchar de viva voz la problemática. Esta es para el priísta y la panista una campaña muy especial, es su muy particular campaña en la que desde ahora la sociedad no cuenta y si eso es en el presente ya puede suponerse cuál será el futuro.
Lilia Arellano
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