Jaime Avilés
El domingo 9 de septiembre de 1973, Pedro Vuskovic, ex ministro de Economía del gobierno de la Unidad Popular, llegó por la tarde a saludar a su amigo, el doctor Salvador Allende. Con gran contrariedad, el presidente de Chile lo recibió con estas palabras: “Pedro, me estoy cayendo”.
Durante la conversación que sostuvieron, mientras tomaban la “once” –el five o´clock tea de los chilenos--, Allende confesó que le había pedido al Partido Comunista –no especificó a quién ni cuándo— que volara la imprenta de El Mercurio, el periódico de la derecha que lo atacaba sin piedad (toda comparación con la fobia que Esther Orozco siente por La Jornada será gratuita).
Santiago de Chile, como el resto del país, estaba al borde del caos. De pronto los dos amigos oyeron una fuerte explosión. Vuskovic preguntó: “¿Será El Mercurio?”. Allende, con gran desaliento, dijo: “Na que ver, esos inútiles no sirven paná”. Tenía razón. En gran medida, la derrota de la Unidad Popular, se debió a la incapacidad de la izquierda chilena para consolidar los proyectos del gobierno socialista.
Claro está que el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, el sabotaje, la escasez de productos de primera necesidad y otras múltiples formas de desestabilización interna, prepararon las condiciones para el golpe militar que dio el general en quien más confiaba Allende: Augusto Pinochet.
Sí, pero los errores, las disputas, los regateos de los partidos de izquierda, el protagonismo del MIR y no pocas mezquindades, contribuyeron al fracaso de la Unidad Popular y abrieron las puertas a una dictadura que no terminó con el “retorno a la democracia” pues hoy persiste, como lo demuestran las palizas que los carabineros dan a los estudiantes de secundaria que luchan por una educación libre y gratuita.
A 39 años del asesinato de Salvador Allende y de la implantación del neoliberalismo a sangre y fuego en América Latina, revisar la incapacidad de la izquierda chilena que llegó al poder por la vía electoral en 1970 y fue barrida por el fascismo en 1973, es más que oportuno en el contexto actual que vivimos los mexicanos, tras la separación de Andrés Manuel López Obrador del PRD, el PT y el MC, partidos que en realidad poco le ayudaron durante la pasada campaña electoral.
¿Por qué, a la hora de la hora, la coalición tripartita que respaldó la candidatura de AMLO no cubrió todas las casillas? Los militantes del Movimiento Regeneración Nacional no faltaron a la cita que tenían con la historia, pero en muchos lugares se quedaron solos ante los representantes del PRIANALVerde (PRI-PAN-Panal-PVEM) porque los del PRD-PT-MC no llegaron nunca.
Ebrard y los chuchos se aplicaron a fondo en donde sabían que el efecto AMLO iba a servir a sus intereses (el caso Morelos, donde “ganó” Graco Ramírez podría ser el más emblemático), pero se ausentaron de los distritos en donde no tenían vela en el entierro y se atrevieron incluso a reventar las campañas de aquellos candidatos que, incluso perdiendo, quedarían bien posicionados para las elecciones de 2015, para librarse de ellos anticipadamente.
La gritería que todas las chachalacas del radio y la televisión montaron desde el domingo pasado para acusar a AMLO de “dividir a la izquierda” es la mejor señal de que Morena tomó la decisión correcta. Ahora, los obradoristas serán acusados de todo (como de costumbre) y los chuchos fingirán que son la “izquierda moderna” mientras apoyan a la extrema derecha, esto es, a Peña Nieto y Televisa, con el pretexto de que a cambio de su colaboracionismo sentarán en Los Pinos, dentro de seis años, a Marcelo Ebrard.
En el fondo, lo que temen los que viven de la simulación democrática, es el surgimiento de una verdadera fuerza de izquierda, capaz de encauzar el descontento de decenas de millones de inconformes para poner fin al régimen de facto que padecemos, igual que los chilenos, desde que los neoliberales llegaron al poder.
Muy atento a la evolución del conflicto de la UACM, donde la raptora de esa institución, María Esther Orozco, tiene como “consejera” a Elena Zepeda, esposa de Graco Ramírez, hoy también estaré en Twitter, en la cuenta @Desfiladero132, por si ocupan.
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