jueves, 6 de septiembre de 2012

Desafíos

Adolfo Sánchez Rebolledo

Muchos habíamos anticipado que un fallo puntilloso, letrista, superficial, lejos de resolver el problema de las impugnaciones de la Coalición Progresista agravaría la desconfianza y sería un golpe a la gobernabilidad. Pero el celo de los magistrados –y el tono obsecuente y exonerador de sus discursos– superó todos los cálculos, pues a los togados no les bastó con desdeñar las pruebas o minimizar los agravios imputados, sino que éstos pasaron de largo sobre el sentido último de las quejas y no admitieron siquiera que las irregularidades pudieran ser motivo de preocupación para la salud democrática de la República. La unanimidad de la resolución es, en este caso, prueba de la insensibilidad del Poder Judicial para atender graves asuntos de Estado. En respuesta directa e inmediata, Andrés Manuel López Obrador rechazó categóricamente el acuerdo del tribunal electoral, llamó a la resistencia y la desobediencia civil y propuso una reunión abierta de sus partidarios para definir los pasos a seguir. Mientras, los diputados y senadores electos ocuparon sus asientos en la Cámara y el Senado, e incluso constituyeron un frente amplio parlamentario, con lo cual se aleja la posibilidad de que el enfrentamiento con el nuevo gobierno se convierta en una ruptura institucional como la que prevaleció a raíz de los comicios de 2006. En estas circunstancias, la asamblea del domingo próximo tiene un enorme significado pues será el punto de partida en la reflexión de cuando menos dos asuntos básicos: a) la valoración de la coyuntura marcada por el cambio de gobierno, y b) el destino y la definición de Morena en relación con las otras fuerzas de izquierda, incluyendo al PRD. Aunque a muchos les parezca innecesario, para abordar dichas cuestiones hace falta un balance sereno, objetivo, de los últimos años, incluyendo por supuesto la última campaña presidencial.

Ver mas


Síguenos en twitter @radioamlo