sábado, 3 de noviembre de 2012

Elba Esther y la ley de Herodes

César Navarro Gallegos
 
Al igual que el presidente municipal de San Pedro de los Sahuaros de la película La ley de Herodes, que reformaba a su gusto la Constitución de la República, la dirigente del SNTE altera cada vez que le viene en gana los estatutos de esa organización para inventar e imponer nuevos cargos que le aseguren su permanencia al frente del gremio magisterial. Así ha ocurrido a lo largo de todos los congresos del SNTE desde que fue ungida como líder sindical por Carlos Salinas. El recién celebrado sexto congreso nacional extraordinario no fue la excepción: en éste desapareció el cargo de presidenta del SNTE, que fue creado por y para ella, y en su lugar instauró un nuevo órgano supracupular en la dirección nacional del sindicato que también es presidido por la propia Gordillo.

La forma en que se desarrolló el encuentro magisterial revalidó las viciadas prácticas corporativas que imperan en el sindicato. El congreso fue integrado exclusivamente con más de 3 mil delegados pertenecientes al segmento institucional; es decir, afines a Elba Esther. A última hora, como en ocasiones anteriores, la sede del congreso fue cambiada y trasladada de la costa de Baja California hasta la Riviera Maya, en Quintana Roo, para evadir la eventual presencia y protestas de la disidencia magisterial. A través de un operativo realizado casi en secrecía, la mayoría de los delegados fueron conducidos por vía aérea desde sus lugares de origen hasta el consorcio hotelero en el que fueron acuartelados. La reunión fue resguardada, una vez más, mediante un cerco de seguridad que incluyó a la policía federal, estatal y grupos especiales del propio sindicato, sobrevuelos de helicóptero y el bloqueo de carreteras de acceso al lugar. En suma, en un entorno de apacible tranquilidad y normalidad democrática.

La mascarada congresista se evidenció a través de la absoluta unanimidad manifestada por los delegados al aprobar todos los acuerdos, resolutivos y modificaciones estatutarias previamente elaboradas por Gordillo y sus más cercanos. Bajo la unitaria docilidad de la escaramuza jaripeadora, el cálido ambiente vacacional y la generosidad con la que fueron obsequiados los delegados, entre otros, con una computadora para cada uno, se resolvió ampliar de cuatro a seis años el periodo de duración de los cargos en las instancias nacionales y crear un Consejo General Sindical para el Fortalecimiento de la Educación Pública, con facultades y atribuciones por encima del Comité Ejecutivo Nacional. Todo ello para volver a ungirla durante seis años más y otorgarle mayores poderes dentro del sindicato. La farsa tuvo como punto culminante la votación de la única planilla contendiente, denominada Innovación y encabezada por Elba Esther, quien obtuvo un arrollador triunfo en este ejemplar ejercicio de democracia al más puro estilo del SNTE.

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