Octavio Rodríguez Araujo
El lunes 19 de 
noviembre cientos de delegados de todo el país resolvieron que Morena 
sea un partido político. Ahí, en el gimnasio del deportivo Plan Sexenal 
de la ciudad de México, López Obrador señaló que Morena quiere ser un 
partido diferente, sin grupos, sin corrientes, sin sectas, con 
ciudadanos honestos, responsables y sinceros que, por encima de sus 
legítimos intereses personales, antepongan los del partido y los del 
país. No será, dijo, un partido de multitudes sino de hombres y mujeres 
excepcionales, conscientes, con ideales y de buen corazón. Mujeres y 
hombres libres y democráticos que no acepten ser súbditos, 
incondicionales ni achichincles de nadie, que actúen según sus 
convicciones y su conciencia tanto en favor de la organización como de 
una república más justa, más humana y más igualitaria como demandan las 
mayorías del país. Señaló, enfáticamente, que el poder sólo tiene 
sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los 
demás. Esta frase, debe decirse, fue muy aplaudida, tal vez porque mucha
 gente ya está harta de que el poder se use para beneficio de quienes lo
 detentan y de sus amigos y familiares (amiguismo, nepotismo, 
clientelismo y corrupción). Quizá por esto es que, alzando la voz, dijo 
que no había línea a favor de nadie, que cada quien propusiera y votara a
 quienes formaron el Consejo Nacional del nuevo partido, con absoluta 
libertad y pensando no en grupos o corrientes sino en la capacidad para 
dirigir los destinos de la organización en la mística de que ésta debe 
ser diferente. AMLO fue elegido presidente del Consejo Nacional.
También subrayó la importancia de que Morena sea una escuela de 
formación política, de concientización ciudadana, sobre todo de jóvenes.
 O, lo que es lo mismo, un canal de educación política de la población 
para que sea más consciente del país en el que vive, de sus problemas y 
de qué hacer para resolverlos.
Un discurso breve y a mi juicio sustancioso en el que se percibe un 
proyecto modesto pero viable y, sobre todo, un propósito de hacer las 
cosas de manera distinta: ni un partido desde arriba ni una 
representación prefabricada. No se me escapa, desde luego, que es común 
que la gente escoja como dirigentes a quienes ya han destacado como 
tales o que son los más conocidos. Esto ha sucedido así desde la vieja 
Comuna de París hasta la fecha. Es, digamos, inevitable, pero al mismo 
tiempo da pie para que la gente seleccione a sus pares más destacados en
 sus estados, municipios y comunidades y no sólo a quienes son más 
conocidos nacionalmente. El partido, pienso, nace en el centro, pero no 
debe ser centralista como les ha ocurrido a varios, por no decir a 
todos, salvo al antiguo y ya desaparecido Partido Demócrata Mexicano, 
que nació en Guanajuato (ex cristero y sinarquista, al fin).
Tengo por norma no militar en partido alguno, pero veo con 
simpatía el nacimiento de Morena. Lo que tenga que ser dependerá de su 
dirección y de sus militantes, además del impulso moral que le ha dado y
 seguramente le darán Andrés Manuel y sus compañeros más cercanos en la 
larga lucha por cambiar el país.
No nació como un partido alejado de los otros que también se dicen de
 izquierda: ahí estaban sus representantes y dos más que podrían ser 
simbólicos de la pluralidad no sectaria que se le ha querido dar desde 
el inicio a Morena. Los representantes de los gobiernos (embajadas) de 
Estados Unidos y de Cuba, que en otros ámbitos parecerían fuera de 
lugar, significaron, si interpreto bien, emblemas de lo que quiere ser 
el partido, un aliado de todos los pueblos aunque sus gobiernos no se 
lleven bien. Sin embargo, no hubiera sobrado que uno de los oradores se 
hubiera hecho eco de la Organización de Naciones Unidas al demandar el 
cese del bloqueo económico de la potencia del norte a Cuba. Igual, en 
estos momentos de gravedad extrema entre israelíes y palestinos, hubiera
 sido un acierto apoyar el derecho de los palestinos a vivir en un 
territorio que no debiera ser exclusivo de una de las partes. Pero quizá
 se pensó que no eran momentos de definiciones sobre asuntos 
internacionales. En el ánimo de los delegados, empero, se notó una mayor
 simpatía por Cuba que por Estados Unidos, y si hubiera surgido el tema 
de Medio Oriente es casi seguro que lo mismo hubiera ocurrido con 
Palestina.
Si todo sale como quieren sus organizadores, Morena será partido 
debidamente registrado en poco tiempo. 
Con él tendremos cuatro partidos 
ubicados en el centro-izquierda, unos más hacia un lado que otros, pero 
todos en ese encuadre. ¿Se dividirán las izquierdas o sólo se definirán 
mejor? En las elecciones locales de los años por venir y en la 
intermedia de 2015 se verá si tienen vocación unitaria o si cada uno 
jalará por su lado. Se verá también si algunos mantienen sus extrañas 
intenciones de aliarse con la derecha o si prefieren hacer causa común 
con sus parientes políticos más cercanos. Como quiera que sea, es digno 
de celebración el surgimiento de otro partido que, además, quiere ser 
diferente a los ya existentes. Si lo logra o no es algo que 
adjetivaremos después, cuando veamos a Morena en acción.
Nota bene: Para quienes piensan que con el nuevo partido se divide la
 izquierda, es dable recordarles que la derecha cuenta también con 
cuatro partidos: PRI, PAN, PVEM y Panal, y nadie la critica.
Un abrazo solidario a Juan Ramón.
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