José Agustín Ortiz Pinchetti
La reforma laboral ha 
quedado atrapada temporalmente. La derecha ha tenido éxito: un amplio 
sector de la opinión pública se ha tragado la rueda de molino que lo que
 le falta a México es 
hacer reformas estructurales. Esto repetido mil veces se ha vuelto dogma. ¿De veras no se han hecho ya en México reformas neoliberales? Examinemos este pequeño catalogo:
1) Venta masiva de empresas públicas con fuerte dosis de corrupción 
(1985-1994); 2) reprivatización de la banca (1990). 3) entrega de la 
banca a inversionistas extranjeros (1995-1999); 4) reforma al artículo 
27 constitucional para desmantelar los ejidos (1991-1992); 5) nuevo 
régimen de la minería para permitir que particulares, concretamente 
grandes compañías extranjeras, pudieran extraer en forma abusiva metales
 preciosos sin pagar derechos ni impuestos (1992); 6) privatización 
inconstitucional de la generación de energía eléctrica (1992).
Ahí van más: 7) aumentos del IVA de 10 a 15 por ciento y de 15 a 16 
(1995-2009); 8) autorización para explotar comercialmente la educación 
media, superior y universitaria; 9) privatización del servicio 
ferroviario (1995); 10) privatización de los sistemas de ahorro para el 
retiro (1996); 11) Aprobación del Fobaproa que convirtió ventas 
privadas, muchas veces ilícitas, en deuda pública que pagarán los 
contribuyentes durante décadas (1998); 12) modificaciones a la ley del 
impuesto sobre la renta para permitir la elusión de contribuciones por 
las grandes corporaciones (2005); 13) privatización del manejo de las 
pensiones de los trabajadores al servicio del Estado (2007); 13) 
autorización para aumentos mensuales a las gasolinas, el diésel, el gas y
 la luz (2009).
¿Quiénes las han aprobado? El PRI y el PAN asociados en la 
construcción de una nueva política económica impropiamente llamada 
neoliberal. Se trata de una política conservadora tendiente a hacer cada
 vez más débil al Estado mexicano, a privarlo de su vocación social y 
fortalecer a una oligarquía rapaz.
¿Cuáles son los frutos en el campo estrictamente económico? Treinta 
años sin crecimiento, un mercado cada vez más restringido, concentración
 del ingreso fuera de toda proporción, desigualdad creciente y 
polarización, disminución del nivel de vida, crecimiento de la miseria y
 sometimiento de los políticos y de la mayoría de los partidos a los 
llamados poderes fácticos.
reformas estructurales.
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