martes, 29 de enero de 2013

Astillero


  • Cárdenas legitimador
  • Embajada y petróleo
  • Batel, Robles, Ahumada
  • IFE contra AMLO
Julio Hernández López
 
Dos entrelazados litigios políticos de fondo van decantándose a favor del PRI, de Carlos Salinas de Gortari y de Enrique Peña Nieto. Uno de ellos conlleva una virtual rendición histórica, al aceptar Lázaro Cárdenas Batel (LCB) un cargo diplomático en la actual administración priísta, que es una continuación reivindicatoria de los intereses de quien se hizo del poder un cuarto de siglo atrás entre acusaciones cuauhtemistas de fraude electoral. No es solamente que alguien del núcleo de la división priísta que dio origen al PRD acabe colaborando con un gobierno de tres colores, sino que ese gobierno sea ejercido por alguien que a su vez sea guiado por el personaje por cuya causa y contra quien se produjo aquella división. En 1988, Fidel Castro convalidó la instalación de Carlos Salinas de Gortari en el poder mexicano y ahora el hijo de quien denunciaba fraude electoral en aquella ocasión va a La Habana como representante de otro gobierno impugnado que, además, es una prolongación de ese salinismo.

El segundo conflicto político mencionado líneas arriba es de fecha más reciente y tiene como eje la guerra declarada desde el gobierno del Distrito Federal por Andrés Manuel López Obrador contra la coalición de intereses formada por Rosario Robles, Carlos Ahumada y el propio Cárdenas Batel. Luego de un largo trayecto difícil, los tres personajes están en plena rehabilitación pública. El Michoacán dominado por las bandas del narcotráfico que fue heredado al dúctil Leonel Godoy acabó siendo recuperado por el PRI a pesar de los infortunios médicos de Fausto Vallejo, pero LCB ha caminado sin salpicaduras posteriores, a grado tal que en la anterior búsqueda de un dirigente nacional perredista se le mencionó como un posible líder de unidad y ahora reaparece en el terreno diplomático para dar viabilidad a pactos políticos y energéticos. Robles, como es sabido, es la ejecutora consentida del salinismo en materia de desarrollo social, con la mira puesta en construir una base carlista de izquierda moderna que participe en próximas contiendas. Y Ahumada, habiendo recuperado lo que pudo de su fortuna oscura, ya se asoma por tierras mexicanas, en comidas con personajes de poder, restaurado.

Ahora bien, la muy concertada postulación del más reciente gobernador de los Cárdenas en Michoacán para representar al gobierno federal priísta en La Habana tiene como antecedente el sostenido regateo electoral del jefe dinástico hacia las campañas presidenciales de López Obrador. En 2006 fue una cancelación abierta de apoyo y en 2012, aprovechando las veleidades de la República del Amor, se produjo una aparente reconciliación de fachada entre Cuauhtémoc Cárdenas y AMLO que, como en su momento se dijo en esta misma columna especuladora, era un error táctico que solamente acabaría rehabilitando y encareciendo piezas de la izquierda o el progresismo para beneficiar al PRI, especializado en aprovechar desde el poder las ofertas del mercado.

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