México, Distrito Federal, a 08 de septiembre de 2013
Foto de La Jornada. www.jornada.unam.mx
Amigas y amigos:
En primer lugar, muchas gracias de todo corazón por acudir a esta asamblea, en la cual trataremos un asunto de suma importancia para el pueblo de México y la nación.
Ahora más que nunca, adquiere relevancia lo que decía el presidente Juárez: ?con el pueblo todo, sin el pueblo nada?.
Debo decir también que no celebramos este acto en el Zócalo porque, como sabemos, allí se están manifestando, en defensa de sus derechos, los maestros del país, a quienes expresamos nuestro respeto y solidaridad.
El tema principal de esta asamblea es el ponernos de acuerdo y aprobar un plan de acción para impedir, con la movilización ciudadana pacífica, la privatización del sector energético nacional y los aumentos a los impuestos.
Desde hace muchos años, con argumentos y de manera consecuente, hemos venido luchando en contra de la política económica que se impuso en nuestro país, desde hace treinta años, y se definió, con mayor énfasis, durante el gobierno corrupto y entreguista de Carlos Salinas de Gortari.
Hasta hoy, el resultado de esa política ha sido un rotundo fracaso. En vez de avanzar en el terreno económico, social, moral y político, hemos retrocedido. Aunque, debe quedar en claro que este supuesto nuevo paradigma, como le llaman, fue diseñado y puesto en práctica con el único fin de favorecer a una pequeña minoría de políticos corruptos y de traficantes de influencias, a costa del sufrimiento de la inmensa mayoría del pueblo de México.
En nuestro país, esta política fue aplicada, por primera vez, cuando la dictadura de Porfirio Díaz. Recordemos que, en ese entonces, se entregaron a particulares nacionales y, sobre todo, a extranjeros las tierras, las aguas, los bosques, las riquezas mineras, el petróleo. Y, para ello, se cancelaron los derechos políticos y las libertades de los ciudadanos. Inclusive, se fortaleció el viejo régimen colonial esclavista.
Por eso, aún cuando este modelo económico se ha venido implantando en otros países del mundo, para nosotros el llamado neoliberalismo, no es más que neoporfirismo.
No obstante, los promotores de la actual política económica, con el cinismo que los caracteriza, desde el principio hasta la actualidad, no han dejado de hablar de que se trata de lo nuevo, de la modernidad, cuando en realidad es un regreso al pasado, el volver a una de las épocas más siniestras de la historia de México.
Además, hay suficientes pruebas de que la política económica aplicada, desde 1983, ha provocado la ruina del país. Y no podría ser de otra forma, porque solo ha consistido en trasladar bienes y riquezas del pueblo y de la nación, a un pequeño grupo.
A estas alturas, conviene preguntar: ¿en qué se benefició el pueblo de México con la entrega de la banca nacional? Hoy, casi todos los bancos están en manos de extranjeros; han sido rescatados con el presupuesto público; no cumplen con su función de otorgar créditos; cobran excesivos intereses y comisiones por encima de las tasas internacionales y, año con año, obtienen miles de millones de pesos de utilidades que transfieren a sus países de origen.
¿En qué se beneficiaron los mexicanos con la privatización del sistema de telecomunicaciones? ¿Qué no, acaso, el servicio de telefonía y del internet es de los más caros, atrasados y lentos del mundo?
¿Qué beneficios se han obtenido del monopolio de los medios de comunicación, cuyos concesionarios han recibido dinero a raudales del presupuesto público? Son guardianes del régimen corrupto con prácticas totalitarias que van desde la manipulación, el ocultamiento de la verdad, hasta el desprestigio y destrucción de opositores.
¿En qué se avanzó con la privatización de los Ferrocarriles Nacionales, si en 20 años las empresas extranjeras no han construido nuevas líneas férreas, eliminaron los trenes de pasajeros y cobran lo que quieren por el transporte de carga?
Una imagen de lo más dolorosa de este funesto retroceso, es el caso de La Bestia o tren de la muerte.
¿Cuál ha sido el beneficio para los mexicanos de la entrega de concesiones por 50 millones de hectáreas, el 25 por ciento del territorio nacional, para la explotación del oro, la plata y el cobre?
Los trabajadores mineros mexicanos ganan, en promedio, 16 veces menos que los mineros de Estados Unidos y Canadá.
Un dato: las empresas de este ramo han extraído en sólo 10 años el doble de la plata y del oro que se llevaron los españoles en 300 años, sin pagar nada de impuestos por la explotación de esta riqueza, con el añadido de la destrucción y la contaminación impune de nuestro territorio.
Y así podríamos seguir preguntando a estos políticos irresponsables y corruptos, sobre los beneficios en la privatización de otras empresas públicas, como las líneas aéreas, puertos, aeropuertos, carreteras, ingenios azucareros, complejos petroquímicos, plantas de fertilizantes y muchas más.
En realidad, nada bueno ha significado esta política para el desarrollo de México. En 30 años, ni siquiera en términos cuantitativos, hemos avanzado. En este tiempo nos hemos colocado, incluso, por debajo de Haití, en cuanto a crecimiento económico.
La constante ha sido, como se advierte en la actualidad, el estancamiento económico y la falta de oportunidades de empleo, que ha obligado a millones de mexicanos a emigrar o a buscarse la vida en actividades, consideradas como informales. Hoy, la mitad de los mexicanos trabaja de esa forma precaria y sin ninguna seguridad social.
Tampoco debemos pasar por alto que, por culpa de la actual política económica, es decir, por el abandono de las actividades productivas y del campo, por la falta de empleos y por la desatención a los jóvenes, se desató la inseguridad y la violencia que ha cobrado miles de muertes en nuestro país.
Por todo ello, resulta indignante e inaceptable que ahora, de manera descarada y prepotente, pretendan despojar a la nación del sector energético para cancelar por completo el futuro del pueblo y de las nuevas generaciones.
Aunque aquí ya se ha dicho. Conviene explicar, de manera sencilla, qué es lo que traman con la llamada reforma energética.
En primer lugar, como ellos mismos lo han señalado, quieren con la reforma al artículo 27 de la Constitución, otorgar contratos de utilidad compartida, es decir, pretenden que se compartan las ganancias del petróleo, que son del pueblo de México, con empresas petroleras extranjeras.
Téngase en cuenta que hoy los ingresos anuales, por ventas de petróleo y derivados, representan alrededor de 125 mil millones de dólares y el 90 por ciento es utilidad o ganancia. Y tienen la intención de que las empresas extranjeras contratadas para la exploración y perforación de pozos, se queden hasta con el 50 por ciento de las utilidades, como lo aseguró Luis Videgaray, secretario de Hacienda, porque, según él, eso es ?lo razonable?.
Todo ello con la mentira de que hay que sacar el petróleo de las aguas profundas y que no hay inversión ni tecnología, cuando lo cierto, es que las reservas probadas de petróleo están en la costa del Golfo de México, en tierra y en aguas someras.
Asimismo, desde la expropiación petrolera, los trabajadores y técnicos mexicanos, siempre han sabido extraer el petróleo. En cuanto a la falta de inversión, baste decir que Pemex es de las empresas más rentables del mundo y que, desde luego, tiene recursos suficientes para autofinanciarse.
Pero además, se pueden liberar fondos como lo propuse durante la campaña, con un plan de austeridad y combatiendo la corrupción que llevan a cabo funcionarios y contratistas de Pemex y del gobierno en general. Es cosa de amarrarle las manos a los salinistas, a los panistas, como Fox y Calderón; a los discípulos de Montiel; a los gobernadores corruptos; a los líderes sindicales como Romero Deschamps; y cerrarle la llave del presupuesto a los dueños de los medios de comunicación.
Hay que reducir los elevadísimos sueldos y los privilegios de la alta burocracia, empezando por cancelar la compra por 7 mil millones de pesos del avión de Peña Nieto; así como muchas otras extravagancias que ofenden a los mexicanos.
De modo que no hay ninguna razón para privatizar el petróleo. Se trata de un vil y descarado atraco, que significaría entregar de 30 a 40 mil millones de dólares anuales a las empresas extranjeras.
Y por si fuese poco, este desfalco a la hacienda pública, quieren taparlo aumentando los impuestos, lo que hoy por la tarde darán a conocer con la envoltura de reforma hacendaria. Es decir, proponen que los mexicanos paguemos la factura por la entrega de las ganancias del petróleo a extranjeros.
Pero hay algo más. Con la reforma al artículo 28 constitucional, están considerando privatizar la refinación del petróleo, la petroquímica, el gas, la industria eléctrica, el transporte y la distribución de los energéticos. Con lo cual, se dejará a nuestro país sin la posibilidad de utilizar, de manera integral, al sector energético como palanca del desarrollo.
Es decir, dejarían al Estado mexicano sin ninguna opción para promover la industria nacional y fomentar nuevas fuentes de energía, para crear empleos y reducir los precios de las gasolinas, el diesel, el gas y la luz, en beneficio de los consumidores y de las empresas.
Por eso, es sumamente grave lo que están queriendo imponer. Sin exagerar, es un acto de traición a la patria, de mayor o igual magnitud, que los consumados por Santa Anna, Porfirio Díaz o Carlos Salinas de Gortari.
Todo esto lo advertimos desde la campaña. Dijimos con mucha claridad que los que se creen amos y señores de México, buscaban imponer a Enrique Peña Nieto, como lo hicieron con la compra de millones de votos y traficando con la pobreza de la gente, con el único propósito de tener en la Presidencia de la República a un paniaguado, ignorante de la historia, frívolo, un simple personaje de escenografía.
Agréguese que si permitimos esta felonía, el país se seguirá hundiendo. No es cierto, como ellos sostienen, que ese es el camino hacia el crecimiento, el empleo y el bienestar. Si así fuera, ya se estarían viendo los beneficios. ¿Qué a caso no llevan 30 años aplicando sus llamadas reformas estructurales, que solo han dejado ruina, incertidumbre y violencia?
Lo que sí puede asegurarse es que, si hoy, la política antipopular y entreguista, ha dejado un saldo de 53 multimillonarios con 53 millones de pobres (un multimillonario por cada millón de pobres). Si se privatiza el sector energético, esta cifra de la ignominia y de la desigualdad obscena, pasaría, en tres años, a 63 multimillonarios con 63 millones de pobres.
Con el agravante que van a entrar a escena nuevos actores económicos y políticos del extranjero que, con más dinero, influencia y poder, tratarán de imponerse durante mucho tiempo, por encima de nuestros derechos como nación libre, independiente y soberana.
Amigas y amigos:
Son tiempos de definición. O actuamos ahora o nos costará más, en todo sentido, retomar el camino de la honestidad, la justicia, el desarrollo, la paz, la democracia y la independencia.
Estoy convencido que si todos los que estamos aquí hacemos lo que nos corresponde, podemos impedir, con la movilización ciudadana pacífica, la privatización del sector energético y los aumentos de los impuestos.
Todo depende que hagamos, antes que nada, el compromiso de que vamos a dedicar todo nuestra imaginación, nuestro tiempo y nuestro esfuerzo para salir victoriosos de este desafío.
Por eso, les pregunto si vamos a ir hacia adelante.
Ahora bien, les propongo una estrategia y dos acciones inmediatas. La estrategia consiste en reafirmar el compromiso y aplicar, en la práctica, en todos nuestros actos, el principio de la no violencia. Nuestro movimiento es, ha sido y seguirá siendo pacífico. Debemos evitar, por todos los medios, la provocación.
Cuidar, entre todos, que no haya infiltrados. No permitir que se introduzcan halcones del gobierno en nuestro movimiento. Tomando en cuenta lo que está en juego, propongo que nadie se tape el rostro. En el entendido en que no estamos hablando de luchadores sociales que han decidido hacerlo para evitar la represión.
En cuanto a las acciones, les propongo que a partir de ahora, todos los órganos de dirección de Morena: el Comité Ejecutivo Nacional y los comités estatales y municipales, convoquen a la unidad a todos los ciudadanos de los distintos sectores sociales, económicos y políticos, para lograr, entre todos, detener las llamadas reformas energética y hacendaria.
Aquí quiero poner énfasis en que debe convencerse y llamar a participar en la movilización ciudadana pacífica a integrantes de las clases medias y del sector empresarial que también, sin ninguna duda, resultarán afectados.
Específicamente, pongo a consideración de ustedes, que el domingo 15 de septiembre en todas las cabeceras de los municipios del país, así como en las delegaciones del Distrito Federal, se lleven a cabo asambleas informativas de 10 de la mañana a 6 de la tarde y se distribuya información sobre el asunto que nos ocupa.
También les propongo que nos volvamos a congregar en 15 días, el domingo 22 aquí en la ciudad de México, para llevar a cabo desde las 10 de la mañana una manifestación del Ángel de la Independencia al Zócalo.
En suma, pregunto a ustedes: ¿Se aprueba que actuemos pacíficamente, que convoquemos a los ciudadanos a luchar juntos, que hagamos en las plazas reuniones informativas el 15 de septiembre y que celebremos el domingo 22, aquí en la ciudad de México, una gran marcha nacional en defensa de la economía popular y del petróleo?
Sé que muchos vienen de lejos, con todo el esfuerzo que representa pero es un deber comprometernos y aplicarnos a fondo. Además, esto es apenas el inicio.
Ese día, en el Zócalo, vamos a definir lo que sigue. Pero que quede claro: en estos momentos la tarea de todos es hacer crecer el movimiento. Sé que lo lograremos, porque en cada uno de ustedes hay un activista, un luchador social, un mexicano con decoro, dignidad y patriotismo.
Amigas y amigos:
Está de por medio, ni más ni menos, que el destino del pueblo y de la nación. Debe entenderse que nos quieren regresar al pasado para quitarnos nuestro futuro. Y también el porvenir de nuestros hijos y de nuestros nietos.
Actuemos con firmeza y optimismo. Recordemos que somos millones y nos asiste la razón. Que nadie piense que no se puede, depende de nosotros y tengamos confianza en el pueblo. Vamos para adelante.
Como decía Juárez, cuando la intervención extranjera: ?Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino, pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza?.
No renunciemos a nuestros ideales de justicia y libertad. Defendamos los derechos del pueblo y de la nación.
¡Que viva la Constitución de 1917!
¡Que viva la expropiación petrolera!
¡Que viva el General Lázaro Cárdenas!
¡Abajo los traidores a la patria!
¡Que viva México libre, justo, democrático e independiente!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
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