El resplandor de sus ojos desapareció
y pareciera que todo murió...
pero no su recuerdo.
Ese queda grabado,
es lo que dejan ellos en nosotros.
La osadía y el cinismo de un poder enfermo
que solo puede ser opacado todo ello
por nuestra capacidad de indignación
y también por nuestra capacidad de amor.
Y su memoria ha quedado.
Ella se niega a irse.
Y ellos no se van, no se irán.
Su memoria alumbrará el camino más solitario
y el sendero más oscuro.
Los 43 nos seguirán hoy y siempre.
Los globos de cantoya en la noche fría,
como el brillo de 43 estrellas sobre la mar serena.
Y arderán e iluminarán.
Y llenarán nuestras almas de esperanza,
aún en el trago amargo del dolor más profundo,
aún en los instantes de las lágrimas más ardientes.
Y ellos no se van, no se irán.
Son la punta de lanza de los que se niegan a olvidar.
- M. K. -
- M. K. -
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