lunes, 15 de septiembre de 2008

Las causas y los responsables de la violencia

Marcos Chávez M.

El acuerdo nacional por la seguridad, la legalidad y la justicia que encabeza Felipe Calderón Hinojosa está condenado al fracaso –por decirlo benévolamente; pero, si se es estricto, debe decirse que nació muerto–, por cuando menos tres razones:
1) Porque es un pacto forzado –el imperativo de Calderón Hinojosa por dar una respuesta a la agraviada burguesía mexicana, luego del cruel asesinato de Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, cuyo legítimo reclamo se escuchó fuerte en la Presidencia junto con los reclamos irascibles de la ultraderecha, los santones iluminados de México que le ayudaron a robarse la corona, a diferencia de la demanda de justicia del resto de la población que ha sido víctima de la delincuencia–, improvisado, ambiguo, carente de metas y compromisos específicos, sin responsabilidades y sanciones definidas ante su incumplimiento.

Porque la escenografía de su emisión sólo fue aprovechada oportunistamente –entendida la expresión como una circunstancia que se utiliza para obtener el mayor beneficio posible– por la elite política del país, responsable de la creciente espiral de violencia, sobre todo por el virtual Felipe Calderón, y por Juan Camilo Mouriño, quien, rasgándose las vestiduras, exigió no lucrar políticamente con el problema; mientras trata de lavar su imagen, ensuciada en el estercolero de la corrupción y el tráfico de influencias, desde un puesto donde es protegido por el michoacano, pese a su ignorancia supina en materia de seguridad pública y nacional. Varios de los asistentes han sido acusados por participar o proteger a los narcotraficantes. Eduardo Bours, gobernador de Sonora, de turbia carrera política y empresarial, señaló que “hombres de negocios y funcionarios de gobierno, en todos los niveles, incluido el federal, que son altos funcionarios, participan en el lavado de dinero junto con la delincuencia organizada en México”. El desacreditado Calderón, emulando al baby George Bush, supone vanamente que podrá beneficiarse del clima de terror social del cual es responsable.
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