domingo, 12 de octubre de 2008

Cómo y para qué hacer alianzas




Arnaldo Córdova

Cómo y para qué hacer alianzas

En la teoría de partidos políticos, el tema de las alianzas entre partidos ha sido muy ampliamente estudiado y hay consenso generalizado en el sentido de que en la lucha política moderna y democrática ninguna organización política puede hacer su tarea fundada sólo en sus propias fuerzas. Siempre llega el momento en que debe sumar a su causa a otros que le estén cercanos o le sean afines. Si hay alianza, se entiende, hay diferencias, no identidad. Las alianzas son entre diferentes y, en ciertos casos, incluso entre contrarios, pero éstos, por lo general, son muy contados.

No hay partido democrático que no tenga en su programa de acción un plan de alianzas con otras fuerzas, sean partidos reconocidos o no. Las alianzas son un elemento que coadyuva a la condensación de fuerzas dispersas y a la formación de bloques que unifican también los pareceres de la ciudadanía. Un partido que no tenga un programa de alianzas está perdido y hasta podría decirse que no es partido. Los únicos que pueden hacerlo son los partidos hegemónicos, como lo fue el PRI, que tardó muchísimo en reconocer el punto.

¿Con quién aliarse? Eso es esencial y se debe saber a ciencia cierta. Una idiotez como aquella de que “me aliaré hasta con el diablo” no cabe en una lucha política democrática seria. El que haga eso no tiene una verdadera política de alianzas, va buscando a ciegas y acaba aliándose, sin saberlo, con los que pueden darle golpes de los que no hay recuperación posible. Las alianzas, en una amplia perspectiva, se puede decir que son mezclar agua tinta y agua clara (ésta es siempre la nuestra). Aguas de distintos colores se pueden mezclar, pero no el agua con el aceite.
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