sábado, 18 de octubre de 2008

Desfiladero






Jaime Ávilés

■ Adiós al mercado, adiós al Estado, ¿adiós a Pemex, adiós al país?

Mañana, a las 11:00 horas, habrá un pase de lista de adelitas en el Monumento a la Revolución. Pasado mañana, pero por la tarde, habrá otro, allí mismo, con las brigadas de varones. En ambos casos estará presente Andrés Manuel López Obrador, porque el martes, en el Senado, PRI y PAN tratarán de consumar la privatización de Petróleos Mexicanos mediante “pequeñas reformas” –“las que menos nos dividan” como país, según Manlio Fabio Beltrones– para que poco a poco los grandes consorcios internacionales en materia de hidrocarburos empiecen a adueñarse de la renta nacional de Pemex.

Claro está que eso no va a suceder, de ninguna manera, a menos que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que se ha preparado para honrar su compromiso con la historia en estos momentos, sea derrotado en la batalla cívica: eso marcaría la cancelación de cualquier tipo de expectativas para México como país viable. Pero ésta no es una argucia para agitar a los indecisos de última hora: es la lógica conclusión de un análisis colectivo que han puesto en marcha pensadores como el premio Nobel de Economía Paul Samuelson, y el escritor catalán Ignacio Ramonet.
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