viernes, 21 de noviembre de 2008

Crisis y esperanza

Martí Batres Guadarrama

Objeciones de la Memoria

Crisis y esperanza, así se llamó el libro que escribió Manuel Aguilar Mora en 1984, ideólogo en aquel entonces del Partido Revolucionario de los Trabajadores.
El título es útil en estos días para analizar a profundidad la crisis en la que vivimos, pero también para enfatizar que hay esperanza. Hay crisis, pero también salidas.
Como el gobierno federal se empecina en reafirmar la ruta que nos ha llevado a este desastre, las salidas y la esperanza no pueden encontrarse en él. Sin embargo, el pueblo, la gente común, tiene el coraje y la imaginación para procurarse refugio, protección y apoyo.
Aprovecho este espacio para comentar lo que la gente hace ante la crisis.
Por ejemplo, gestionar cooperativas de consumo para garantizar el abasto de alimentos. Crear comedores o cocinas populares para comer a muy bajo costo. Consumir en el pequeño comercio y en tianguis. Comprar frutas y verduras baratas, que son rica fuente de vitaminas y azúcares.
Por otra parte, organizarse para defender los empleos y practicar la solidaridad recíproca para ayudarse en épocas de inestabilidad.
Además, están las cajas de ahorro colectivas, las tandas y los pequeños ahorros individuales en casa.
Asimismo, la fortaleza familiar que constituye el primer seguro social y representa un soporte básico ante la crisis.
La familia es un hospital gratuito para el enfermo, un seguro del desempleo para quien no tiene oportunidad de encontrarlo y un espacio de recuperación emocional a las angustias de estas crisis.
También emprender pequeños proyectos de autoempleo o de comercios improvisados, así como organizar a colectivos para generar cooperativas, producir y comercializar diversos productos.
A todo ello recurren las personas con iniciativa e imaginación, fomentando lazos de solidaridad, fraternidad y apoyo mutuo. Es importante difundirlo y analizarlo para demostrar que la salida a situaciones difíciles está en la gente y que hay esperanza cuando se confía en ella.
No obstante, debe subrayarse que nada de lo señalado exime al Estado de su responsabilidad para con la sociedad. En todo caso demuestra que la esperanza está en la gente, y que la obligación del Estado para apoyarla es irrenunciable.
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