domingo, 21 de diciembre de 2008

El poder de la banca

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

Ya desde mediados del siglo XIX, en la Prusia de Ferdinand Lasalle, era claro que los banqueros son uno de los factores reales de poder, independientemente de los instituidos en la legislación. En el México del siglo XXI esa circunstancia tiene plena vigencia: el verdadero Poder Legislativo no es el que ejerce el Congreso de la Unión sino los grandes consorcios, ya de las telecomunicaciones, ya de la intermediación financiera.
Esa realidad tuvo una manifestación contundente en las últimas sesiones de las cámaras, antes de clausurar sus trabajos el 12 de diciembre. En beneficio de los bancos quedaron congeladas reformas a la ley de instituciones de crédito. Se presume que el diferendo entre diputados y senadores, causa de que no prosperaran las modificaciones, será eliminado en el próximo período de sesiones ordinarias, el último de la LX legislatura, a partir de febrero. Es previsible que ese anuncio esperanzador sea en realidad engañoso, y que la minirreforma bancaria, destinada a frenar abusos de la intermediación financiera, haya sido aplazada ad calendas graecas (es decir, para nunca, puesto que los griegos no utilizaban las calendas como instrumento de medición del tiempo).
La reforma contenía dos tipos de normas diferentes. Unas concernían a la competencia entre bancos, y en el Senado la balanza se había inclinado hacia la protección de los bancos mayores, los que cuentan con sucursales muy esparcidas en la República. Otras pretendían establecer nuevas reglas a favor de los usuarios de los servicios financieros, esquilmados por altas tasas de interés y comisiones que encarecen el crédito al consumo, la principal fuente de ganancias de la banca.
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