jueves, 4 de diciembre de 2008

HOMENAJE de AMLO a Othón Salazar.

Lunes, 17 de mayo de 2004

Othón Salazar ocupa un lugar indiscutible en la cultura de la izquierda de ayer, hoy y mañana: Enrique Semo

Transcripción de las palabras del secretario de Cultura del Distrito Federal, Enrique Semo Calev, durante el homenaje a Othón Salazar Ramírez, símbolo del movimiento magisterial, en el Museo de la Ciudad de México

Queridas amigas y amigos; licenciado Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno del Distrito Federal; querido Othón, que estás con nosotros.

Nos hemos reunido hoy para rendir homenaje a un hombre extraordinario: Othón Salazar Ramírez. Estoy seguro que los oradores que me van a suceder y ya Martí Batres lo ha hecho, harán amplias referencias a la frondosa biografía de quien ha sido líder estudiantil en Guerrero, dirigente destacado de un histórico movimiento magisterial en la Ciudad de México, miembro del Comité Central del Partido Comunista, primer presidente municipal comunista de la época contemporánea, precisamente en la ciudad de Alcozauca, en su estado natal, dirigente de partidos de izquierda como el PSUM, el PMS y el PRD, precandidato a la presidencia de la República en el PSUM y que increíble, incansable, se ha dado a partir de 2002 a la tarea de encabezar a un grupo de compañeros para trabajar en la refundación del PCM.

Yo me quiero avocar a otra tarea algo más arriesgada, la de contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué representa la figura de Othón Salazar en la cultura de la izquierda mexicana hoy? Estoy convencido que esta es una pregunta necesaria, urgente, porque Othón Salazar y sus 50 años de lucha son el símbolo vivo de una época de la historia de la izquierda mexicana y la izquierda es primordialmente una cultura, una forma de ser, no solamente una política o un movimiento, sino también valores, formas de convivencia, sueños, recuerdos, íconos y sobre todo, proyectos para el futuro.

Cuando uno entra a la izquierda, uno no asume solamente un programa político, nos sumergimos en una cultura. Yo creo que la vida y la obra, la conducta de Othón, tiene una gran importancia para la construcción y la renovación de una cultura de izquierda, precisamente cuando esta se encuentra en una época de profunda crisis como lo es hoy.

Othón Salazar es, por donde uno lo vea, un maestro. No sólo estudió en la normal de Oaxtepec y en la Normal Superior, fue maestro de banquillo muchos años y vivió y trabajó con maestros toda su vida y sus aportes a la cultura tienen mucho que ver con la manera de ser de los maestros que han sido, durante ocho décadas, un destacamento muy importante en la izquierda mexicana.

Siempre cercano a los jóvenes, educador por naturaleza, Othón cree profundamente en la fuerza de las ideas y también en la ética, la moral. Su estilo mismo es el de alguien que prefiere convencer a confrontar, reclutar más que obligar, apelar a la solidaridad, el sentido de justicia, más que al odio al enemigo y el deseo de vencer a toda costa. ¿Quién entre sus correligionarios y amigos no recordamos el “oye manito” con que acostumbra iniciar sus afirmaciones más contundentes o sus decisiones tácticas más firmes?

Ese deseo de convencer, de cambiar la forma de pensar de la gente, de hacer conciencia, como se decía antes, es la esencia misma de la concepción que la izquierda tiene de la transformación del mundo y de México.

El factor más importante en la creación de un mundo mejor no es la acción pasajera de un partido o las políticas coyunturales de un gobierno. La verdadera dimensión del problema es la dimensión colectiva, es la dimensión de nuevas actitudes y de nuevas motivaciones de la gente, de las mayorías. Ese es, en última instancia, el verdadero motor del cambio social.

Cuando en 1956 se inició el movimiento de los maestros en el DF, que más tarde tomaría el nombre de Movimiento Revolucionario del Magisterio y que Othón dirigió, junto con otros compañeros, había dos objetivos: la mejoría económica, pero sobre todo, la democracia sindical, el repudio a los líderes impuestos por el gobierno, a quienes se llamaba en aquel entonces “charros”.

El movimiento fue derrotado pero se produjo un cambio en la forma de pensar, de conducirse, de imaginarse, de miles de mexicanos. En los años 50 y 60 hubo muchos episodios como este en todos los senderos y las calles que cruzan nuestro país, a lo largo lo ancho.

Othón, y su vida posterior lo demuestra, no se sintió ni derrotado ni desesperado porque el movimiento no llegó a conquistar el poder en la novena sección o en el SNTE. En el fondo, sabía Othón y siempre lo ha sabido, que lo importante es contribuir a crear nuevas motivaciones y nuevas actitudes, y que esas motivaciones y actitudes se adquieren a través de la educación y las luchas, de las luchas y la educación.

La democracia de hoy sería imposible sin las derrotas de ayer, como la de los maestros en 59 y de Othón a su cabeza.

No soy un iluso, sé perfectamente que los motivos que inspiran hoy a una persona a adherirse a un programa de izquierda pueden ser muy diversos. En algunos casos es simplemente un vehículo para manifestar un deseo de poder, hay quien ve en la izquierda un camino para hacer carrera política, en otros puede ser un rechazo individual de la realidad existente para refugiarse en mundos imaginarios en donde todos los conflictos humanos se han desvanecido por encanto.

Pero ese no es Othón, él sabe que el camino se hace al andar, que los criterios de victoria y de derrota que tiene una verdadera persona de izquierda no son esos. Cada avance en el sentido de dignidad, en el espíritu de rebelión, en el ansia de libertad, cada acto de solidaridad humana en situaciones de prueba extrema, son victorias para nosotros.

Durante su larga estancia en el Comité Central del PCM, al cual ingresó, si no me equivoco casi al mismo tiempo que yo en 1964, Othón pasó del movimiento al partido de izquierda pero su mensaje y su estilo personal, inconfundible, no cambiaron. Fe en las ideas humanistas, firmeza moral, ese es Othón Salazar.

Las ideas de ayer parecen haber perdido su vigencia, algunas sin duda deben ser desechadas y otras renovadas, pero sin perder la fe en el futuro del pueblo mexicano. Y por eso el ejemplo de Othón ocupa hoy un lugar indiscutible en la cultura de la izquierda de ayer, de hoy y de mañana.


Muchas gracias.

Envío a ustedes la siguiente información.
Gracias por su atención y si es posible su difusión.
Atte.
Gesuaga