martes, 17 de febrero de 2009

Pusilánimes

Javier Corral Jurado

Para Luís Miguel Carriedo, con afecto

La decisión de la mayoría de los consejeros del IFE de indultar a las televisoras por la violación constitucional y legal que hicieron de las disposiciones electorales en materia de radio y tv es un acto de autodenigración institucional, porque se menoscaban tres de las cualidades que debe tener esa autoridad: credibilidad, independencia y legalidad. Esto se suma al deterioro del prestigio que otrora gozó y a la desconfianza ciudadana hacia el árbitro de la principal disputa que se da en México: la electoral.
Esa es la afectación, un enorme daño porque en un abrir y cerrar de ojos nos echa a perder esfuerzos sociales, políticos e institucionales muy largos, duros y complejos en la construcción de la democracia electoral. Sí, es un acto suicida, una dinámica autodestructiva.
Las causas de esa conducta pueden ser diversas y ya varios articulistas han abordado desde distintos enfoques la debilidad con que respondieron a las presiones de TV Azteca y de Televisa los consejeros Marco Antonio Baños, Macarita Elizondo, Marco Antonio Gómez, Francisco Guerrero, Benito Nacif y Arturo Sánchez, y que inevitablemente arrastrará al conjunto.
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