lunes, 13 de julio de 2009



Federico Arreola
Montiel reloaded

Muchos ven segura la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto. No parece haber en el PRI nadie capaz de pararlo porque lo apadrina Carlos Salinas, lo protege Televisa, lo ve con buenos ojos Elba Esther Gordillo, lo financian los gobernadores priistas, lo asesoran grandes empresarios, lo bendice la iglesia, lo aprueba Felipe Calderón y tal vez hasta lo apoya el narco.

Si eso es cierto, como lo es, detrás de Peña Nieto hay una enorme red de grupos de presión –la mafia, pues– que sienten que, por la magnitud de las crisis económica y de seguridad, podrían írseles de las manos los negocios que controlan si se diera cualquiera de dos situaciones, ambas probables y ambas catastróficas para ellos: la primera, que impulsado por los pobres, que por desgracia cada día son más, llegara al poder alguien como López Obrador, con quien los políticos y empresarios deshonestos jamás se van a entender; la segunda, que se generalice la violencia desatada por la fallida guerra contra el narco de Calderón, lo que necesariamente acabaría con la nación mexicana tal como la conocemos.
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