jueves, 27 de agosto de 2009

Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia

…huele a podrido en Guerrero

—Tú no me aguantas ni un round, siempre estás borracho —le dijo Armando Chavarría a su adversario.

—Tú todo lo arreglas a golpes… como cuando eras dirigente estudiantil —le reviró Zeferino Torreblanca.

El agarrón fue público durante un debate en Acapulco cuando en 2004 los dos peleaban la codiciada candidatura perredista al gobierno de Guerrero.

Luego acordaron un frágil matrimonio por conveniencia en el que Torreblanca —salvo por hacer su secretario de Gobierno al propio Chavarría— nunca cumplió con los compromisos del pacto que le alquiló el logotipo del PRD. Al contrario, ya gobernador creó su propia corriente —Izquierda Renovadora— que inició una lucha sorda pero muy visible contra el Polo Guerrerense de Izquierda que, casualmente, encabezaba Chavarría. Además de jefaturar un gobierno lejanísimo a la plataforma del sol azteca y cercanísimo a los empresarios y a los viejos cacicazgos priístas; en el que privilegia a sus aliados con las arcas estatales desde las grandes obras hasta el abasto de papelería. Y fue mucho más allá al tramar su propia sucesión para heredar a su delfín e incondicional, el secretario de Desarrollo Rural Armando Ríos Pitter.
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Rosario Ibarra

¡Ay, Belisario Domínguez!

Cada vez que llego al Senado, no puedo dejar de mirar tu figura y recordar tu “cólera civil y ciudadana”, tu “pluma insumisa” y tus frases inclementes contra la satrapía. Leí tus discursos y tus escritos desde muy joven y sentía henchirse mi alma por tu valor, por tu sencillez y por el amor que profesabas a tu tierra natal, vergel, paraíso, jardín inigualable: Comitán de las Flores.

“Allá en el último confín meridional de la República Mexicana, muy cerca de la frontera guatemalteca”, en el estado de Chiapas, “existe una pequeña ciudad pintoresca, simpática, encantadora; su brisa es suave y perfumada; su atmósfera, radiante y pura; sus habitantes, generosos, alegres, francos, hospitalarios”... Así describió Belisario Domínguez a su tierra y a sus pobladores en un artículo publicado el 15 de agosto de 1904, en el que se quejaba amargamente del mal gobierno de su estado y por supuesto del tenebroso Victoriano Huerta, usurpador de la Presidencia de la República.
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