Y ha sido, si se puede, todavía más fársico que aquél que definía don Jacinto Benavente. Con la diferencia que éste no tiene siquiera pizca de gracioso. Si acaso por momentos melodramático. Pero eso sí, al menos entretenido, por la cantidad de personajes variopintos que pisan y pasan por el escenario de la política mexicana.
Los días recientes son la muestra mejor de que todos desempeñan un papel que el poder superior les ha asignado y que a su vez sigue el guión de uno más arriba como una adaptación del juego de las matrioshkas a las marionetas. |