La frontera entre una guerra justa e injusta en las democracias modernas, advierte Michael Walzer en Guerras justas e injustas, es precisamente la actitud que asumen las partes frente a los civiles inocentes. Cuando los actores bélicos ven en los ciudadanos una pieza de cambio, un rehén sacrificable, un “daño colateral” o una hoja estadística, esa guerra es por definición injusta.
A partir de ese momento empieza un dilema político, moral y jurídico, señala Walzer: “¿Qué número de muertes nos permite hablar de ‘asesinato sistemático’? ¿Cuál es la cantidad de muertes a la que debemos dar el nombre de masacre?”. Es decir, ¿en qué momento una guerra justa adquiere tintes genocidas, de exterminio o extinción de civiles, por más presuntos delincuentes que sean las víctimas, no importando si estas muertes son causadas por grupos paramilitares irregulares o por ejércitos regulares? |