Algunos me piden no tocar ya más el tema. Alegan hartazgo. Advierto sin embargo dos sentimientos: uno de revancha de clase, que se jodan los ricos con todo y sus miserias; pero también uno más de temor a lo que viene; como si quisieran tirar un libro por miedo a lo que sigue; como si lo que hasta ahora se ha leído sea apenas soportable; como si ya hubiéramos llegado al límite; porque lo que adivinamos será superior a nuestras fuerzas, a nuestra capacidad de asombro, a la probabilidad de nuestras lágrimas.
Yo no sé usted, pero intuyo que apenas hemos tocado las puertas del infierno. Que esta farsa macabra tiene una segunda parte aún más horrorosa. Que apenas hemos empezado a correr el telón de un segundo acto de una obra denigrante de bajeza humana. Que no hemos visto nada todavía. |