jueves, 3 de junio de 2010

Indolencia

José Gil Olmos

MÉXICO, D.F., 2 de junio (apro).- Anastasio Hernández Rojas tenía 20 años radicando en Estados Unidos cuando la migra de ese país lo detuvo y lo mató a garrotazos y choques eléctricos.

La versión oficial es que 20 policías lo golpearon porque supuestamente se opuso a su deportación. Tal vez el mexicano era tan fuerte y poderoso que puso en peligro su vida y por eso de los agentes decidieron masacrarlo sin piedad.

Padre de cinco hijos nacidos del otro lado de la frontera Anastasio tenia 42 años y se ganaba la vida limpiando albercas, una tarea que, como dijo Vicente Fox uno de esos días de iluminación, ni los negros quieren hacer.

La noche del viernes pasado, el indocumentado potosino fue detenido en el condado de San Diego, donde precisamente ofrecía su mano de obra barata en la zona residencial. Como no traía sus papeles de legalización, los agentes migratorios lo detuvieron junto con su hermano Pedro Pablo. De inmediato ambos fueron puestos para la deportación por la puerta fronteriza de San Isidro y Tijuana.
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