miércoles, 28 de julio de 2010

Diego, el secuestro del PAN

Jenaro Villamil


MÉXICO, D.F., 27 de julio (apro).- Para bien o para mal, la desaparición de Diego Fernández de Cevallos constituye el golpe más incómodo y certero para el gobierno del PAN y, en especial, para el sexenio de Felipe Calderón.

Las razones son sencillas y dan en el corazón de la vulnerabilidad de los diez años de un periodo que no ha logrado construir sus propios héroes cívicos, sino sólo tragedias derivadas del desencanto ante la alternancia.

1.- Conforme transcurran los días y los meses –el 15 de julio Fernández de Cevallos cumplió dos meses de presunto cautiverio--, las versiones en torno a su secuestro tenderán a mostrar una cortina de rumores, especulaciones, fotografías o fotomontajes que alentarán una espiral de vulnerabilidad, ya que el gobierno de Calderón ha decidido renunciar a su función primordial de informar públicamente.

La carta manuscrita que circuló ayer en los medios cibernéticos, constituye una pieza de la vulnerabilidad y de la comunicación del miedo: habla de un político desfalleciente en su estado de salud y anímico, a expensas de sus secuestradores y de su hijo mayor que, al parecer, regatea la liberación del abogado con fama de multimillonario.

En esencia, parece el regaño del padre a un hijo que no parece entender la gravedad de su situación:

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