sábado, 9 de octubre de 2010

El desastroso Juan

Salvador García Soto

Ha sido diputado, director del IMSS y secretario de Comunicaciones Transportes. Cada vez creó más fuegos de los que apagó

Hay personajes que nunca debieron optar por el servicio público. Ni tienen vocación de servicio ni aportan ningún beneficio a la sociedad a la que debieran servir. Un caso gráfico, a juzgar por sus resultados como funcionario y servidor público, es el de Juan Molinar Horcasitas. Su paso por distintas instituciones públicas en los últimos 10 años ha dejado una estela de yerros, problemas, desastres e ineficiencias que han tenido un alto costo político, social y hasta económico.

Casi podría decirse que, como funcionario, Molinar es un muy buen académico. Porque no hay un solo cargo en el que haya pasado donde pueda presumir de buenos resultados o logros importantes para beneficio de la sociedad a la que se debía. Cuando dejó la academia para convertirse en “consejero ciudadano” del IFE, allá por 1997, Juan Molinar fue el principal responsable de la partidización del órgano electoral autónomo que tanto costó a los mexicanos.

Junto con Alonso Lujambio y Emilio Zebadúa, Molinar formó un bloque de consejeros que se alinearon al PAN y complicaron fuertemente la operatividad y las decisiones del IFE en la segunda presidencia de José Woldenberg. Tanta era su proclividad al panismo que, a la postre, Molinar y Lujambio se volvieron funcionarios en el sexenio de Vicente Fox; el primero como subsecretario de Gobernación y luego diputado del PAN, y el segundo como ex comisionado del IFAI y ahora titular de la SEP.

Apenas terminó su gestión como consejero “ciudadano” y pasó a formar parte del primer gobierno panista, partido al que se afilió formalmente y con el que ya tenía vínculos incluso familiares. En la subsecretaría de Desarrollo Político de Gobernación, con Santiago Creel, era en parte responsable de la operación política con el Congreso; se confrontó con los legisladores y también comenzó a confrontarse internamente en el equipo creelista. María Amparo Casar y José Francisco Paoli Bolio lo opacaron y comenzó a amargarse al grado de que al salir de Gobernación redactó una carta con advertencias y amenazas a Creel.
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