Tomás Oropeza
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Este domingo, al celebrar en el Auditorio Nacional ante las cámaras de televisión y un público acarreado por los programas sociales del populismo de derechas los cuatro años de su gobierno (de facto) y diez de panismo, Felipe Calderón dibujó un país alucinante y producto de sus fantasías, donde los salarios recuperaron su poder adquisitivo; la crisis está siendo superada exitosamente; se redujo la pobreza extrema en una cuarta parte; se está ganando la narcoguerra y se avanza para que en el año electoral 2012 todos los mexicanos gocen la cobertura del Seguro Popular.
Todo un espectáculo para las cámaras del canal de las estrellas y televisión azteca, como la boda del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, candidato del PRI a la presidencia.
En el México real, la crisis económica sigue generando más pobreza para millones de mexicanos y al mismo tiempo concentración de la riqueza en el pequeño grupo de grandes capitalistas que están detrás de la silla presidencial y que deciden el futuro del país con su poder financiero.