Álvaro Cepeda Neri
El historiador, investigador y profesor Lorenzo Meyer está atento a los problemas del pasado para plantear interpretaciones fundamentadas como respuestas a la actualidad. Pero también está atento a los asuntos del presente, para analizar protagonistas y acontecimientos cotidianos con su periodismo escrito y oral; es su papel de periodista. Su ensayo semanal aparece en el diario Reforma. Es una contribución a la libre discusión dentro de las libertades de prensa, donde la pluralidad de sus protagonistas en todos los medios de comunicación permite a los lectores tener un amplio abanico de puntos de vista, para convenir o discrepar con tal haz de opiniones. Lorenzo Meyer es actor en esos espacios del periodismo contemporáneo, y espectador del escenario público, donde el quehacer político pone en la mira del análisis, la información, la crítica y las controversias entre analistas, actos y hechos de ciudadanos de la vida privada y pública que han de ser debatidos.
La prensa, con sus libertades como derechos constitucionales, es contrapoder, antes que un poder más, en términos del ensayo de Luis María Anson: “La prensa como contrapoder” (del libro: Contra el poder, editorial Temas de Hoy y la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes, España, 1996). Lorenzo Meyer ha ejercido de esta manera su trabajo periodístico a lo largo de más de dos décadas. El caso es que, derogados la difamación y la calumnia con que se imputaba a periodistas para sancionarlos penalmente, quedó la instancia civil del daño moral para, de prosperar la acción, los demandantes puedan embolsarse dinero con cargo al salario del periodista que con sus opiniones, supuestamente, causó ese daño moral. Lorenzo Meyer Cosío ha sido demandado.
Al respecto Miguel Ángel Granados Chapa, escribió: “No lo cree así quien ha presentado una demanda por daño moral contra Lorenzo Meyer, el notable historiador y periodista, que todos los jueves alumbra a los lectores de Reforma con textos donde enlaza su saber histórico y la penetración de su observación sobre la actualidad. Asombra que se dé entrada a documentos como el que intenta que se castigue a Meyer, que está muy por encima de las inventivas del habla cotidiana y por supuesto del nivel intelectual y ético desde donde se le quiere formular un reproche jurídico y de paso, si las cosas marchan bien, ganar unos centavos. Además de la defensa jurídica de la doctora Perla Gómez, docta en teoría sobre la libertad de expresión y de información, y experta en el manejo tribunalicio de los casos que atiende, Meyer cuenta con la solidaridad de sus compañeros” (Reforma, 20 de junio de 2011).
Y así es: Lorenzo Meyer tiene el amparo de periodistas que velan por las máximas libertades para todos los que ejercen esta labor, interpretando democrática-republicanamente esos derechos. Y cuando un periodista es llevado a un tribunal con toda la mala leche de su acusador, es mayor ese cobijo. Una revisión al expediente muestra que la demanda es pura ficción. No se sostiene la litis (término que se refiere a un pleito o contienda, diferencia, disputa de litigio judicial). Pero se quiere asustar con una fanfarronada, como las que acostumbra quien quiere presumir de ofendido, pero es el ofensor tratando de darse baños de pureza. La embestida está viciada de origen por prejuicios que no tienen sustento. Y no prosperará, jurídico-civilmente, pues Meyer, al publicar un escrito sobre cualquier materia y ejercer la libertad de expresión oralmente, no ha incurrido en la causal de daño moral.
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