John M. Ackerman
El viernes pasado en la
Universidad Iberoamericana los derechos de Enrique Peña Nieto no fueron
tocados ni con el pétalo de una rosa. El candidato pudo entrar sin
problema al auditorio universitario, exponer sus ideas con calma,
contestar una veintena de preguntas y todavía tomar el micrófono un
momento más para
aclararsu responsabilidad en el caso de la represión policiaca en San Salvador Atenco. Posteriormente salió del recinto, paseó rápidamente por la universidad y finalmente abordó su vehículo con el pulgar en alto sin que absolutamente nadie obstruyera su paso.
La valiente protesta de los estudiantes fue totalmente pacífica. Los gritos generalizados de
¡fuera!,
¡asesino!y
¡cobarde!, así como las cartulinas que señalaban a Peña como
corruptoy
represorfueron auténticas expresiones de repudio protegidas por el derecho constitucional a la libertad de expresión. Ningún candidato o funcionario público tiene el derecho a que le aplaudan los ciudadanos. Los ciudadanos tampoco tienen la obligación de dirigirse con
respetoo
buenas manerashacia los políticos.
Algunas voces lamentan que los
insultossustituyan a los
argumentosy las
razones. Pero en este caso existen
razonesde sobra para que los jóvenes se indignen ante la presencia del candidato priísta en su casa de estudios. Es precisamente la inteligencia y el análisis crítico lo que permite a la población darse cuenta de lo que implicaría el retorno de los dinosaurios al trono. Es también la claridad y la congruencia lo que exige que nos acordemos de las mujeres violadas y los jóvenes asesinadas en el operativo policiaco en Atenco los días 3 y 4 de mayo de 2006. En todo caso, los que no tienen
argumentosserían los cada vez menos jóvenes pasivos e irreflexivos que se limitan a consumir acríticamente las mentiras de las principales televisoras.
En la Ibero Peña Nieto reconoció y se enorgulleció de su responsabilidad por el operativo en Atenco:
Fue una acción determinada que asumo personalmente para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública. El mismo día en la mañana, en el programa radiofónico de Carmen Aristegui, Peña también descalificó el caso presentado contra Felipe Calderón en la Corte Penal Internacional por su posible responsabilidad en la crisis humanitaria que se vive en el país.
Queda claro que la rendición de cuentas no sería un punto fuerte en
un eventual gobierno del PRI. Peña daría continuidad absoluta a la
política de la impunidad y encubrimiento de altos funcionarios que se ha
afianzado a lo largo del sexenio actual.
El presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, ha pedido a las autoridades de la Ibero que investiguen quiénes fueron los manifestantes. Pero los reportes periodísticos y videos demuestran que los únicos
acarreadosen el acto en la Ibero fueron los cientos de jóvenes que llegaron a la universidad en camiones desde las ocho de la mañana cargando cartulinas impresas profesionalmente con lemas en favor del candidato del PRI. De acuerdo con las crónicas, los allegados a Peña alcanzaron a llenar casi tres cuartas partes del auditorio y dejaron fuera a la mayor parte de la comunidad universitaria que tenía interés en presenciar el acto.
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