La idea del cambio se apoderó
de la imaginación política nacional, aunque poco se haya hecho para
calificarlo y ofrecer a la ciudadanía un perfil creíble de la
transformación propuesta. Sólo desde la izquierda y su candidato
presidencial se ha hecho un esfuerzo por darle a la convocatoria un
sentido y una estructura concretos y susceptibles de ser evaluados por
cualquiera.
La campaña ha derivado por rutas ominosas y a veces del todo
inaceptables, para una opinión pública comprometida con la democracia y
sus métodos. Para los peculiares prefectos de la sociedad civil que
califican y descalifican a su gusto, no bastó el compromiso explícito de
López Obrador con los organismos responsables de vigilar y administrar
el proceso electoral; a cambio, se fomenta la histeria contra el
candidato de la izquierda hasta extremos grotescos, disfrazados de
defensas fariseas de la democracia y sus ritos.
Rumbo a la cita del próximo domingo, conviene precisar que no son el
carácter o las veleidades del abanderado del Movimiento Progresista los
ponen en riesgo la institucionalidad democrática del país; ha sido y es
el abuso que se ha hecho del Estado desde el Estado mismo lo que nos ha
llevado al borde de un precipicio poblado de criminalidad y ambición
perversa, donde se dan la mano poderes de hecho y proyectos contrahechos
dirigidos a convertir la compra y venta de protección, y la subasta de
los recursos nacionales, en el eje de una ruptura constitucional
abierta.
Desde el vértice del poder económico y el mando estatal, se teje una
trama aviesa en la que se busca involucrar a las capas medias de la
sociedad, aterradas por la violencia y sofocadas en sus expectativas por
la falta de empleo digno y la absurda concentración del privilegio a
que se ha llegado en estos primeros años del ciclo democrático mexicano.
Las cartas de un nuevo autoritarismo se echan sin pudor, aunque se vean
marcadas por el exceso anticonstitucional en que han incurrido las
fuerzas de la marina armada, dando pleno aviso de que el control
nacional y legítimo de la fuerza y la violencia puede perderse sin más.
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