¡Qué padre sentir que gracias a él somos distintos!
Los pobres de México tienen en él a un defensor que sólo vimos cuando Lázaro Cárdenas encabezó el gobierno de México en 1936. Él se preocupó por los campesinos, dio la mano a los obreros, se aprendió el nombre de cada quien y abrazó a todos con respeto. Lo mismo ha hecho Andrés Manuel con su Primero los pobres
, y le estamos agradecidos, porque les dio, a través de su recorrido por 2 mil 476 municipios, una esperanza para quienes nunca han tenido una oportunidad.
Si alguien conoce la pobreza de México, ése es Andrés Manuel López Obrador. Al caminar por montes y collados comprobó, para gran vergüenza de la clase política mexicana, que la miseria y la discriminación son las mismas que hace cien años.
También comprobó que hay un México corrupto y aniquilador, y un México que lucha por su supervivencia en medio de los balazos. Incluso llevar borregos, puerquitos y gallinas a la Casa de Campaña de la calle San Luis Potosí como pruebas de la compra del voto fue un acto que tiene que ver con la inocencia de la pobreza. Miren, voté por esta razón: la del hambre
.
El poeta y maestro Carlos Pellicer comentaba la sencillez de su discípulo tabasqueño: Lamentablemente la austeridad de Andrés Manuel, aunque semejante a la de su tío, hoy día resulta incómoda para sus adversarios políticos. Pone una medida que no es fácil aceptar
.
Esa medida es la de la entrega a los demás.
Por desgracia, los funcionarios en el poder no han dado la medida. Se rehúsan a perder sus privilegios y sus salarios exagerados. La idea de un pago justo por su desempeño, en vez de la suma desorbitada que reciben, los espanta, y el miedo, todos lo sabemos, es el peor consejero. Decía Carlos Monsiváis que no hay peor rico que el mexicano; ninguno tan avorazado ni tan mezquino como el tío rico macpato que sólo asiente cuac, cuac, cuac cuando se trata de su interés y nunca levanta un dedo por nuestro atribulado país.
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