De la indignación a la esperanza
“Raros son, tanto en la vida como en el arte, los momentos sublimes y memorables”
-Stefan Zweig
Alfonso Romo Garza*
Me seguiré manifestando frente a la indiferencia y mediocridad. No tengo duda que siempre será más cómodo platicar de democracia que luchar por ella y siempre resultará más conveniente acomodarse del lado del ganador.
Protesto por el hecho de seguir viviendo en un letargo en el que sólo unos cuantos deciden el destino de nuestro país. Me molesta saber que existen 70 millones de mexicanos hundidos en la pobreza, mientras la mayoría observa cómo se presume a México por sus logros macroeconómicos.
Estoy convencido de que las grandes batallas sólo se ganan con coraje y convicción; defendiendo los principios por los que estaríamos dispuestos a dar la vida. Sólo así se construyen las grandes naciones y los sueños se vuelven realidad.
Por eso, hoy ratifico lo que escribí hace unos años:
La democracia no es para cobardes. Creer en la democracia significa tener fe en la sabiduría de los ciudadanos para elegir o quitar a nuestros gobernantes. Creer en la democracia es aceptar el resultado de cualquier elección –incluyendo la contienda presidencial– sin obstaculizar la libre elección de los votantes.
Me indigna constatar que la historia se repite: la política, el egoísmo y la indiferencia imperan sobre los principios y valores. Hoy, nuevamente, vemos amenazado el futuro de nuestra frágil democracia.
Aún podemos cambiar la historia de México. Tenemos ante nosotros una oportunidad histórica para transformar el rumbo de los mexicanos. Despertemos la esperanza en todo aquello por lo que hemos luchado. Edifiquemos un país verdaderamente democrático, de respeto al Estado de Derecho.
Insisto, lo que sucedió en la pasada elección presidencial, me sigue estremeciendo…
Nosotros, los mexicanos, fuimos testigos de las violaciones que se cometieron. Fue indignante presenciar la inescrupulosa compra de votos y más grave aún, la manera como se abusó del hambre del pueblo.
No nos confundamos, “La Compra de Votos” es el verdadero peligro para México. Es ofensivo pensar que para la compra de votos y para obtener beneficios personales, algunos gobernantes incurrieron en el aumento alarmante de la deuda pública, hipotecando por décadas el futuro de los Estados y Municipios. Es obligación del Estado Mexicano darle seguimiento al uso de estos recursos.
No nos engañemos, carecemos de la educación suficiente para que, en libertad de conciencia y de una forma digna, podamos afirmar “en mi hambre mando yo”, como escribió Salvador de Madariaga.
A México se le reconoce por sus recursos naturales, su potencial económico y su estabilidad financiera. Desafortunadamente, el mundo, además de observarnos, nos califica como un país escaso en capital moral, con valor democrático nulo y sin respeto a las leyes. Somos un país rico en corrupción, impunidad y con un deficiente Estado de Derecho. Si esto no lo revertimos, nuestra sociedad enfrentará una de las crisis sociales y morales más graves del siglo.
Hoy, tenemos la oportunidad de probarnos a nosotros mismos, al mundo, a nuestros hijos, que los mexicanos tenemos el coraje, la convicción y la determinación para continuar cimentando sólidamente nuestra libertad. Tenemos la oportunidad de construir una sociedad más justa, en la que aumenten las oportunidades para todos de manera real y tangible. No permitamos que el silencio y la indiferencia se apoderen de nosotros, impidiéndonos cristalizar aquello por lo que tanto hemos trabajado.
Ciudadanos, los invito a no tener miedo a manifestarse de manera abierta, pacífica y conforme a la ley, a exigir moralmente a nuestras autoridades que transparenten y legitimen una verdadera elección.
A los Magistrados del TRIFE les pido no premiar a quienes cometieron ilícitos, sean del partido que sean; esto equivaldría a elevar la corrupción a rango Constitucional. Los invito, en cambio, a ser recordados como la Institución que devolvió a los mexicanos la esperanza de vivir en un país digno, verdaderamente democrático y apegado a sus leyes.
Señores Magistrados, no teman a los partidos, su único miedo debería ser defraudar a México y no asumir sus responsabilidades, su deber es uno: la grandeza de nuestro país.
Unidos exhortemos al TRIFE para que asuma con responsabilidad sus facultades de darle a México la altura de nación que todos deseamos y merecemos. Exijámosle que dignifique la Institución que representa: que actúe apegado al espíritu de la Constitución. No nos hagan perder la fe en las Instituciones.
Esta es una oportunidad histórica. Por el bien de nuestros hijos y por el futuro de nuestra patria no la perdamos.
*Empresario mexicano e impulsor de Despierta México
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