Previa a las resoluciones del Tribunal Electoral muchas voces se levantaron exigiendo que éste no perdiera de vista su carácter de Tribunal Constitucional, más aún que la reconociera a plenitud. Según Silva Herzog la demanda del Movimiento Progresista plantea a los magistrados preguntas ineludibles: ¿Tuvo México elecciones auténticas? ¿Hubo realmente libertad para que los ciudadanos votaran sin presiones? ¿Prevaleció la equidad? Desde el Movimiento Progresista Marcelo Ebrard plantea las tres opciones a las que se enfrentarían los magistrados: comportarse como en 2006 con cinismo reconociendo ilegalidades, pero sin modificar los resultados electorales, fundamentar exhaustivamente los estudios y aceptar la demanda del Movimiento Progresista anulando las elecciones o bien hacer el estudio exhaustivo y declarar válidas las elecciones.
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