- Audiencia en Harvard
- Cassez, otro agravio
- Netzaí: bien, la Corte
Julio Hernández López
Melodie Jackson,
decano asociado de comunicación y asuntos públicos de la Harvard
Kennedy School, recibirá el próximo martes 29, a las diez de la mañana, a
dos de los firmantes de la carta que impugna la presencia allí de
Felipe Calderón, quien ya estará como becario (los interesados pueden
leer el texto, y suscribirlo electrónicamente, en http://chn.ge/YqLAe4).
La carta de confirmación de la cita establece que la audiencia será en
representación de Drew Gilpin Faust y de David Elwood, presidente y
decano de la mencionada escuela de gobierno, y en ella participarán
Eduardo Cortés Rivadeneyra (@cecortesr en Twitter), principal promotor en México del documento de repudio a FCH, y John Randolph, el representante en EU del sitio change.org, donde inició ese movimiento epistolar electrónico en el vecino país.
A la Universidad de Harvard se le ha pedido que
revierta la contratación de Felipe Calderónmediante un texto que es apoyado por casi 34 mil personas (entre ellas, el autor de los presentes teclazos) porque “disparó la deuda pública en 122 por ciento, según SHCP; sumó 7.3 millones de pobres, según Coneval; tiró a México 33 lugares en el Índice de Corrupción, según Transparencia Internacional; México es el último lugar en calidad educativa, según la OCDE, y su fallida guerra dejó más de 100 mil muertos y 25 mil desaparecidos, según México Evalúa y el listado de la PGR, publicado por The Washington Post”.
Pero, ahora, el decano Jackson deberá agregar a la
lista de agravios contra México que se le adjudican al becario Calderón
el correspondiente al grave descrédito del aparato mexicano de
procuración y de impartición de justicia y el daño a la imagen de la
nación mexicana que provocó mediante el manejo sicopatológico del caso
Cassez.
Aun cuando la detención de la presunta secuestradora
se produjo durante el mandato de Vicente Fox, cuando Genaro García Luna
era el jefe de la Agencia Federal de Investigación, Felipe Calderón
asumió los términos de aquella historia como verdad propia, impulsó un
castigo judicial extremo para la extranjera y colocó las relaciones
diplomáticas con Francia al borde de la ruptura, provocando entre otras
cosas la cancelación de un año de actividades en aquella nación
dedicadas a México.
Los términos de esa relación sombría y enfermiza no
se redujeron al caso de la presunta secuestradora francesa, sino que
constituyeron uno de los ejes centrales del desempeño calderonista.
Actuando como un virtual vicepresidente ejecutivo y ejecutante,
intocable a pesar de las múltiples acusaciones, sospechas y certezas
sobre su comportamiento, García Luna fue el funcionario que complementó
las tendencias irregulares de personalidad del michoacano cuya pieza
musical favorita es el corrido del hijo desobediente.
García Luna fue la fiel y firme mano ejecutora de
los hechos correspondientes a consideraciones, complejos, intereses y
conveniencias de Felipe Calderón en el desarrollo de la que fue su
máxima obra de gobierno, Ela llamada
guerracontra el narcotráfico o, ampliando el radio de acción, contra la delincuencia organizada, que en realidad fue una estrategia sangrienta de reacomodos comerciales en busca de nuevas gerencias sexenales, una forma demencial de establecer controles sociales mediante el miedo, un intento de legitimación electoral mediante las armas y un alto pago en términos de soberanía nacional por el cobijo del poder estadunidense para ayudar a imponerlo y sostenerlo en Los Pinos.
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