jueves, 21 de agosto de 2008

El debate de PEMEX


Jorge Eugenio Ortiz Gallegos

Los periódicos del 8 de agosto pasado informaron que el Debate sobre Pemex ha sido aprobado: “Luego de tres horas a puerta cerrada los coordinadores de los diputados y de los senadores y los dirigentes de los partidos políticos anunciaron los cambios en las leyes que fortalecerán a Pemex”. Falta la Sesión Plenaria, ¡oh señores reporteros!

Desde el 13 de octubre de 2003 el Ministro Decano de la Suprema Corte de Justicia, don Juventino Castro y Castro, que se retiró en noviembre de ese año declaró con su palabra elocuente: “México debe salir adelante con lo suyo, tener mucho respeto por lo nuestro. No tenemos porqué entregar toda nuestra riqueza en el país y en el subsuelo, dizque porque no podemos llevar a cabo la tarea, que somos muy pobrecitos, que no podemos hacer nada y nos vamos a entregar al extranjero… Dicen que no tenemos dinero… así se apoderaron de todos los bancos… Se van a entregar, dizque para la iniciativa privada mexicana, petróleo y electricidad y luego resulta que se le vendió todo a otros países. El poder mundial encabezado por el Banco Mundial, siempre acaba tomándolas, a través de empresas y de amigos”. Sólo le faltó la mención del voto coludido a puerta cerrada (v. Página Editorial, Excélsior, 13 de octubre, 2003).
Se repite el ciclo del cambio de una supuesta democracia moderna que, como dice el pueblo, “resulta gata revolcada”. Recordemos el cuarteto del legendario Renato Leduc: “EL DIPUTADO / Ya en la paz del Congreso descansa / triunfador el señor diputado / bien repleto el bolsillo y la panza / y en la boca fruncida, un candado”.
Y por contradicción el segundo cuarteto de un soneto: “Al aire mi palabra, pregonera, / despierta del sopor a la pandilla / que vota como siempre en camarilla, / engaño de la patria y su bandera” (v. CON ANDARIEGO AFÁN, JEOG, Registrado en el Instituto Nacional de Derechos de Autor).
Sus excepciones habrá entre los legisladores honestos que buscan el Bien Común: los convencidos de las reformas necesarias de las leyes del petróleo; los que salvan su voto particular enfrentando la presión de los jefes al decir “no”, o “sí” según sea el caso.
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