jueves, 2 de octubre de 2008

AMLO, ¿negociar o revolucionar?



Por Luis Alberto Rodríguez (Camus)

La Resistencia Civil que encabeza Andrés Manuel López Obrador comienza a atravesar un punto crítico. Ya hace tiempo que al interior de las diversas organizaciones que la conforman, se tiene por visto que la gente, el movimiento, ha rebasado la conciencia y alcances políticos del Presidente Legítimo. Paradójicamente, este rebase ha sido por la izquierda.

¿Quiénes son esas organizaciones? Los colectivos y personas que, hasta tres veces por semana, se reúnen para analizar y avanzar en la lucha por la transformación del país, emanan de variados campos de lucha de la izquierda mexicana: luchadores y luchadoras magisteriales; de la clandestinidad política, de la defensa por la tierra y los derechos indígenas; férreos ex militantes del Partido Comunista Mexicano; sindicalistas y líderes obreros; activistas cívicos de 1985; ex guerrilleros; académicos y promotores culturales, religiosos y religiosas liberacionistas, ex presos políticos. Sólo una mínima parte, apenas se integró a la militancia social desde las marchas contra el desafuero de AMLO.

En ese sentido, no es raro comprender que los niveles de conciencia política del movimiento de Resistencia Civil Pacífica han superado a López Obrador, puesto que se han aquilatado en el fragor del combate contra los indistintos aparatos represores del Estado, de acuerdo a sus ámbitos. Estos mismos entienden que no basta el pragmatismo para el cambio, sino la eliminación absoluta del modelo económico y sus estructuras que la propician y defienden.

De ahí que lo que hoy en día está en juego no sólo son los recursos energéticos, sino la posibilidad de crear una república basada en la justicia, la democracia, la igualdad, el bienestar y la soberanía, lejos de los intereses del imperialismo estadounidense representado por los partidos Demócrata y Republicano, por igual. Entenderlo así, es tener presente el origen del saqueo de los bienes de la nación.

México tiene la experiencia de no ser un país netamente capitalista, al no haber experimentado los procesos de conversión económica típicos del necolonialismo. Su hipócrita estado de bienestar soberano hasta la fase tecnócrata, ha sido un constante flujo de rapiña a cargo de una élite oligárquica que ni siquiera es dueña mayoritaria de las fuerzas productivas del país. Por el contrario, la política mercantil de los gobiernos post porfiristas nunca desapareció, aún con el gran remanso que significó la presidencia del Gral. Lázaro Cárdenas.

Combatir esto desde una perspectiva igualmente superficial, nos envuelve en un círculo vicioso de fraude tras fraude (debido a sus objetivos electoreros) , al tiempo que la criminalización de la lucha social se agudiza. En efecto, México está por atravesar cien años de combate social, sin haber logrado una victoria final ¿Cuál es la razón de esto? La ausencia de un verdadero proceso revolucionario.

Y es que el movimiento de Resistencia Civil viene profundizando su quehacer político en el ámbito público. Clarificar su perfil de lucha, no es cuestión de coyuntura solamente, sino de responsabilidad histórica y política, bajo la premisa de que, si existe el objetivo marcado de la toma del poder, ésta debe darse con base a convicciones que verdaderamente aseguren el éxito.
Ejemplos como la Revolución de Octubre, la Revolución Cubana y la Revolución Socialista Bolivariana demuestra métodos claros en su avance, desde su gestación, triunfo y afianzamiento.


Independientemente de los procesos que de manera particular han vivido y vivieron –de su perfil ideológico y método político-, lo que debemos aprender de su ejemplo es: la disciplina de su método, la claridad de sus ideas, su independencia política y la firme convicción de que, sólo a través de la revolución y la posesión del poder público, los proyectos de izquierda se vuelven realidad.

Por eso mismo Andrés Manuel López Obrador está llamado a reflexionar su desempeño en la lucha política y dilucidar hacia donde caminará este movimiento como organización: ¿Negociar o vencer? ¿Resistir o revolucionar?

De ahí que existen razones fundamentales para observar como López Obrador ha sido rebasado por el movimiento que propició. La postura socialdemócrata del Presidente Legítimo y su convicción pragmática, nos lo explican y lo peor, está poniendo en riesgo a una organización que bajo el templete, le exige cuentas y cuestiona el a veces sobrado culto a la personalidad que sufre este movimiento.

Es necesario conocer los errores de la Revolución Mexicana que impulsaba los deberes legítimos de la instauración de un país democrático, pero sin conciencia dialéctica. Dejando de lado el oportunismo burgués de Carranza y Obregón, sólo Emiliano Zapata y Francisco Villa buscaban justicia social, pero lo hacían con una débil conciencia de clase. Buscaban democracia pero sin teoría social. Se consideraban revolucionarios, pero nunca de izquierda. Por su parte, Francisco I. Madero querían un país libre de la dictadura a través de una “revolución política”, pero sin cuestionar el modelo económico que lo propiciaba –llevándolo a avalar el porfirismo en sí, durante su corta presidencia.

Por su parte, la Revolución de Octubre de 1919 gestada en Rusia evolucionó gracias a los teoremas políticos, sociales y económicos socialistas. Basados en las tesis revolucionarias de Lenin y la teoría marxista, lograron consumar el derrocamiento del imperio zarista y la instauración del socialismo-comunismo, al fin.

La Revolución Mexicana, echa 19 años antes que la Rusa, fracasó en sus primeros intentos. Carranza, Obregón, Calles, no sólo echaron abajo los principios constitucionalistas de la misma, sino arreciaron los conflictos nacionales y crearon los propios. Así, a pesar de la llegada de hombres como Lázaro Cárdenas, el proceso revolucionario fracasó. En contraste con la Revolución Rusa, que pese a los oscurísimos aspectos del stalinismo, llevó a la Unión Soviética al alba mundial, compitiendo y derrotando en varios campos al capitalismo estadounidense.

La lucha por la transformación del país que impulsa Andrés Manuel López Obrador y con él de todos su explotados y oprimidos, exige de sus dirigentes, no solo la aceptación de los principios generales sobre la lucha de clases (realidad irrefutable del mundo) y la necesidad de emancipación del proletariado. Es necesaria la aceptación consciente de un solo programa, una sola línea política, una sola dirección y una sola disciplina, encaminada a la revolución, una revolución socialista.

Sin esto, la voluntad resistente del movimiento quedaría cancelada ante oportunismos o desviaciones ideológicas flagrantes que abandonen la causa por la defensa de la clase explotada y finalmente, la victoria frente lo que el propio AMLO denomina la “podrida sociedad política”. Acerca de esto, el primer obstáculo que la Resistencia Civil Pacífica debe vencer, es la sordera.