martes, 7 de octubre de 2008

La mano espuria del chango de la recesión

Yaaa, que sea para menos. Un grito inconsciente que salió del vientre que dijo ¡Espurio!, generó más melodrama ranchero del que se ha desatado en Wall Street desde que los especuladores reconocieron que les había agarrado la mano el chango de la recesión. Bueno, cómo estará la cosa que ni los 700 mil millones de dólares del Fobaproa de Bush alivianaron a los mercados que ahora parecen más indecisos y molestos que antes de que les inyectaran esa lana a costillas de los contribuyentes. Nomás falta que los yuppies, descontentos por la bicoca que les aventaron, empiecen a gritar “¡Espurios! ¡En gringolandia no hay libertad!” y Condoleeza Rice les mande al Estado Mayor Presidencial para que les den una calentadita ejemplar.

Cualquiera diría que Andrés Leonardo no le gritó a Jelipillo ¡Espurio! sino ¡Cállate chachalaca! De otra manera no se explica tanto puritanismo y ánimo vinagrillo. Ha sido tan aireada y cursi la reacción de la Liga de la Decencia, que se podría pensar que estamos en el siglo XXI sino en el XIX y que Don Susanito Peñafiel y Somellera nos gobierna.

Por Dios, sólo fueron un par de gritos que incluso se podrían calificar de inocuos y hasta candorosos. No es posible que las narcomantas generen menos rencor que las expresiones de Andrés Leonardo y Mario Virgilio que, a fin de cuentas, probaron lo que ya se sabía: que la irreverencia no está de moda y que está en peligro de extinción.

Eso sí, los viejos vinagrillos blanquiazulinos tendrían que agradecer el gesto. Quizá gracias al relax que generó entre las tribus jíbaras perredistas el Espurio Incident, aceptaron con cierto ánimo deportivo la derrota electoral en Guerrero. Bueno, tampoco tenían mucho que alegar; a los del Sol Azteca nomás les faltó arrojarse desde La Quebrada con un ancla atada al cuello para dejarse arrollar por el PRI que, según los nostálgicos del “arriba y adelante”, vuelve por todo. ¡Ay, sí! ¡Manlio Fabio Superstar será el nuevo López Portillo!

Con lo que nos hace falta que un chozno de don Plutarco defienda nuestro peso como perro, mientras Carstens Carstens llama a la prudencia y el ahorro. Les digo, no será gripe, será sida benigno.

Por el espuriazo, a estos chicos no sólo se les condena como si fueran de Los Zetas, sino que ya se les exige que renuncien a sus becas de origen federal y, casi casi, que se vayan al centro de Apatzingán a gritarles ¡Espurios! a los sicarios de La Familia.

A ver, repitan conmigo, exageré, exageré, exageré.
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