domingo, 19 de octubre de 2008

Radio y televisión con destos





Jorge Moch

Para Andrés y Marco, porque lo suyo
no fue espectáculo, sino pura valentía

A quienes conciben la radio y la televisión –e internet– como medios que privilegien el entendimiento, la comunicación y la inteligencia por encima de réditos, facturas y jugosas campañas de publicidad comercial y propaganda política, el mundillo tufoso de los medios los trata de orates. De utopistas. De idealistas, como si soñar la utopía o defender ideales fueran perversiones, porque así de jodido está el mundo y de trastocado el espíritu humano. Los medios electrónicos, como los conocemos hoy que son industria, son la prueba irrefutable de la enajenación y la insania que nos caracterizan como generación. Signo de los tiempos que corren y dios en la cartera de cada quién o en sus cuentas offshore, hoy tan vapuleadas por un colapso que algunos díscolos aplaudimos: tengan ultracapitalistas changos su virote.

¿Qué insensato se atreve a crear, operar, mantener y oh, anatema, subsidiar medios que busquen ver más allá de las facturas y los depósitos bancarios? Pues por el verde y llovido sureste, en Veracruz y, para ser más específico, en un pueblito cafetalero de estampa que se llama Teocelo, nada menos que la mismísima gente.
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