jueves, 18 de diciembre de 2008

A dos años de la protesta como Presidente Legítimo de México, a manera de recordatorio...

"La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren."
Schopenhauer

Por Hasardée

Cuando en el 2006 Andrés Manuel López Obrador rindió protesta como presidente legítimo de México, ante una verdadera multitud reunida en el Zócalo, asumió el compromiso de proteger los derechos del pueblo, defender el patrimonio y la soberanía nacional, e iniciar la transformación profunda del país.
Desde entonces, ya anunciaba AMLO la debacle que seguiría a la imposición en el gobierno de un pelele que responde a los intereses de los más poderosos.
López Obrador ha cumplido con el pueblo que lo aclamó entonces y continúa su trabajo que no se limita al objetivo electoral, aunque esto resulte tan difícil de comprender o no quieran hacerlo, por intereses siniestros, sus detractores. El 16 de diciembre pasado dijo: “Vamos a hablar de los procesos electorales en su tiempo. Ya habrá tiempo, ahora no me voy a distraer. Nos dedicaremos a defender al pueblo ante la crisis”.

Es en este contexto de intenso trabajo por toda la república mexicana (2,400 municipios visitados por el Presidente López Obrador), de movilización constante de la RCP en defensa del petróleo y las causas más justas del pueblo, concretamente el derecho a la información, el respeto a la diversidad, la dignidad y el derecho de la gente al trabajo y a una vida digna, entre otras, que se intensifican los ataques por todos los flancos al presidente legítimo.

Felipe León López, comentarista político de radio educación, dijo que para quienes no lo saben, los chuchos han sido la corriente que más votos le dio al PRD, antes y ahora en el 2006; también dijo que Graco Ramírez, fue quien invitó a López Obrador a formar parte del PRD.

La corriente de los chuchos, la más “exitosa”, es la que ahora tiene el control del partido frente a la “disminuida” corriente de Izquierda Unida. Incluso, según él, Marcelo Ebrard cada vez se aleja más del movimiento López obradorista y se une al de NIzquierda, ya que fue éste movimiento quien lo acogió también en sus inicios en el PRD.

En suma, según F. León López, Andrés Manuel López Obrador está ahora sin el apoyo del PRD y en la disyuntiva de salir de dicho partido... con pocas probabilidades de éxito electoral o de otro tipo.

Desde luego, lo que no se dice, por ¿error? simple omisión, o más bien con toda intención, es que nunca como cuando AMLO dirigió al PRD éste fue tan exitoso electoralmente, y más aún llevó a los políticos de ese partido a la mayor captación del voto ciudadano en el 2006.

Hagamos historia: Los capitalinos aprobaron la gestión de López Obrador hasta en un 85%, según Mitofsky, ya que según la estadística del propio gobierno en su momento alcanzó hasta el 95 % de aprobación (31 marzo 2005, La Jornada). Su enorme sentido político le ha permitido siempre salir adelante y pudo evitar “choques de trenes” en el partido una y otra vez gracias a su excelente oficio político, pero bueno, la ambición de ciertos “políticos” no tiene límites, así como su falta de escrúpulos y eso, escapa a la capacidad humana.

En Agosto del 2007 según reseña La Jornada:
“...López Obrador se quejó del comportamiento de su partido en las elecciones de Oaxaca ("todos están vendidos"), de las continuas críticas a su "caudillismo" y del afán de buena parte de los legisladores de aprobar reformas impulsadas por el gobierno de Felipe Calderón.

"Tal vez ni voy (refiriéndose al congreso del PRD), mejor sigamos así, por caminos separados", cuentan que dijo López Obrador.

Finalmente, el ex jefe de Gobierno confirmó su asistencia. Vinieron entonces las especulaciones sobre su discurso, cuando López Obrador marca su raya con la izquierda "moderna", reafirma su ruta de lucha por una "nueva República" -ya trazada en extenso en el Zócalo de la protesta- y llama a los perredistas a que no sean las diferencias las que guíen su comportamiento como fuerza política.

"No rehuyamos al debate y a la autocrítica... no hay partido democrático en el mundo sin grupos y sin discrepancias internas, la unanimidad es sólo un sueño del autoritarismo."

Algunos jefes de corrientes arquean las cejas con estas líneas, otros no aplauden. López Obrador sigue y extiende recibo de las acusaciones de "caudillismo" y las constantes alusiones en los medios a los "poderes fácticos" del partido: "El PRD sólo puede tener como caudillo al PRD y un solo compromiso: la gente".

¿Quién en el PRD está contra Andrés Manuel López Obrador? Pocas veces tan justo es emplear la expresión de auditorio abarrotado. Este, del décimo congreso perredista lo es. Una romería. Acá, los bejaranistas muestran la caricatura amplificada de Jesús Ortega listo para la foto con Felipe Calderón. Más allá, en cuanto el nombrado asoma, sus huestes gritan "¡Chucho, Chucho!" Ahí una señora se pone de puntitas para mostrar su cartel: "Fuera Mario Marín del PRD poblano". A unos pasos le gritan "panista" y "traidor" a Zeferino Torreblanca, gobernador de Guerrero. Y acullá algunos de Nueva Izquierda reparten camisetas amarillas. Es decir, las bases de las corrientes se dan con todo.

Hasta que llega el "presidente legítimo". Un grito de mitin unifica a los perredistas: "Es un honor, estar con Obrador". La consigna se repite una y otra vez a lo largo del tiempo que el tabasqueño permanece en el salón.
Leonel Cota, Marcelo Ebrard y todo el estado mayor del PRD se suman al grito con el puño en alto.

El jefe de Gobierno del DF va más allá cuando alude a la herencia de su antecesor, y borra el gobierno perredista anterior: "Recibimos una administración eficiente y ordenada, y sobre todo recibimos autoridad moral y no la vamos a perder".
De fuera también viene el reconocimiento al "presidente legítimo". El socialdemócrata Rolando Araya, vicepresidente de la Internacional Socialista, receta un discurso latinoamericanista y despierta un ánimo inusual en los perredistas. Los llama, por ejemplo, a reconocer que "la cuestión social es un camino, no un destino", a hacer de su partido un ejemplo de lucha contra el Consenso de Washington, a poner la mirada en el mundo.
(...)
En su calidad de ex presidente del PRD López Obrador debería asistir a este órgano. No falta, por ello, quien ve al CPN como una manera de lograr que el tabasqueño acuerde con su partido o, dicho de otro modo, una forma de "acotar a los poderes fácticos", como gustan decir los dirigentes de Nueva Izquierda.
Su discurso es suave, pero López Obrador ya acusa recibo: "La unidad a la que aspiramos tiene que provenir de los proyectos y de sus realizaciones, y no a partir de las personas y de los grupos".

Con todo y eso los jefes de las corrientes respiran aliviados: "Qué bueno que no se metió".


Hasta aquí la reseña de La Jornada. Así es que, aun con derecho, AMLO no quiso intervenir en los asuntos internos del PRD y resulta muy evidente cómo logró unir a las diversas corrientes dentro del PRD impidiendo su “choque” en su momento. Ojalá Ebrard no olvide “la autoridad moral” que Andrés Manuel le heredó, según sus propias palabras, en su gestión como jefe de gobierno. Cómo cambian las cosas en un año ¿verdad?

También se olvidó decir el comentarista de marras que López Obrador aglutina al movimiento ciudadano organizado más grande de la historia de este país y, que lejos de disminuir su fuerza, ésta ha ido aumentando cada día; que lo que abandera esta RCP con AMLO a la cabeza, son la defensa de la economía popular, el petróleo y la soberanía nacional.