viernes, 17 de abril de 2009

Tula y la trampa de los 100 días

Raúl Rodríguez Cortés
Gran Angular

Con el demagógico ejercicio de someter a dos foros de análisis la decisión de dónde construir la nueva refinería de Pemex, el gobierno de Calderón quiso enfatizar que se privilegiaría lo técnico sobre lo político, pero parece que no convenció a nadie y que sólo dio pie a pensar que la consulta a los gobernadores interesados se hizo con la intención de armar una especie de “coartada” técnica para encubrir lo que, siempre se supo, sería una determinación política.

Disidentes del sindicato petrolero aseguran a esta columna que inmediatamente después de que Calderón anunciara la construcción de la refinería (18/03/2008), empezó la operación política para que se hiciera en Campeche. La intención, sin embargo, fue severamente afectada cuando por esos días se supo que Juan Camilo Mouriño, amigo personal del Presidente y entonces su secretario de Gobernación, había firmado con Pemex contratos para la empresa de su padre —con sede en Campeche— cuando era diputado federal, primero, y un alto funcionario de la Secretaría de Energía, después.
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