domingo, 17 de mayo de 2009

El juicio de la Historia (por sorteo)

Carlos Monsiváis

Como siempre, pero quizá hoy de modo más transparente, en el tiempo de la desconfianza al aparato judicial, la Historia, esa deidad antigua, inacabable y omnipresente, es el eje de las súplicas y las esperanzas de absolución. Las frases de otros siglos resuenan con énfasis distinto pero con la misma enjundia: “Espero tranquilo el juicio de la Historia./ A nada temo porque la Historia está de mi lado./ La Historia me absolverá./ Ustedes, jauría mediática, no me intimidan en lo mínimo. A mi lado está, con su mirada que traspasa las generaciones, la Historia”.

Por supuesto, la Historia aludida es distinta, ya no la de los revolucionarios franceses o mexicanos; ya no la de Julius Fucik en Reportaje al pie de la horca; ya no la de los condenados a muerte Sacco y Vanzetti, sentenciados por su doble condición de italianos y anarquistas; ya no la de Felipe Carrillo Puerto ejecutado por el odio de “la casta divina”. No, ahora los encargados de soltar la frase “Aguardo en mi residencia el juicio de la Historia” son otros y su firmeza y entereza me dan oportunidad de ubicarlos en su pose escultórica de patricios.
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