jueves, 21 de mayo de 2009

Mario Benedetti: un luchador contra la hipocresía

Marcos Roitman Rosenmann

No tengo el don de la escritura; en ocasiones se tuerce y muchas veces es tosca, con ello convivo y busco superarlo. La necesidad de decir, y decir bien, obliga. Uno busca referentes para aprender. Pero no se trata de una cuestión de estilo. Junto a lo dicho debe haber un motor que impulse las palabras. Una seña de identidad. Octavio Ianni, sociólogo brasileño, me llamó la atención sobre escribir con seso, intestinos y corazón. Todo a la vez, crear un equilibrio entre un buen ensayo y una descripción agreste sin alma. Pablo González Casanova me ha recomendado la lectura de Antonio Machado, tanto como Jorge Luis Borges. Autores donde se refleja frescura y diversidad en el uso del lenguaje. Basta con recordar cómo inicia Machado la clase de poética y retórica de Juan de Mairena: “Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: ‘Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa’... después de meditar, escribe: ‘Lo que pasa en la calle’.”
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