La relevancia del asesinado, la espectacularidad del ataque de los marinos terrestres y la reveladora vejación billetera al máximo cadáver provocaron repelencia y preocupación sociales que, sin embargo, no siempre asocian plenamente el horror de lo sucedido en tierra morelense con los similares trazos siniestros de brutalidad e ilegalidades que por todo el país se realizan a partir de la intempestiva decisión felipista de arranque de sexenio de usar a las fuerzas armadas como instrumento de exterminio del enemigo y no a las policías civiles, cuya preparación y función no consiste, teóricamente, en la aniquilación, sino en la prevención y el sometimiento de todo acto delictivo a un proceso penal en forma. |